sábado, 1 de septiembre de 2001

Egipto 2000




Pocas culturas en el mundo provocan tantas fantasías en el imaginario colectivo como la egipcia. Sus milenarias arenas vivieron un esplendor nunca antes conocido para posteriormente caer en el olvido. Pero esta caída de los Dioses, éste enterramiento faraónico bajo las voraces arenas del desierto, no hizo más que alimentar un mito, y cual ave Fénix resurgió de las arenas, para en los últimos siglos cautivar las mentes más aventureras y volver a deslumbrar con sus maravillas.
Este redescubrimiento de los siglos XVIII y XIX se ha alargado hasta nuestros días, y aún el hombre se estremece de emoción ante la construcción en piedra más grande jamás levantada por el hombre. Las Pirámides de la explanada de Giza cautiva el alma, examina el intelecto y sobretodo maravilla. A pesar de su forma sencilla, las Pirámides resumen elocuentemente una historia prodigiosa y una sociedad única en la historia de la humanidad. El silencio imperturbable de la piedra, el estático movimiento de sus pictogramas y sus majestuosos monumentos han preservado la mitología de una de las más grandiosas civilizaciones del mundo.

Quizás Terenci Moix en su obra “El sueño de Alejandría” describió de forma acertada lo que se siente ante las majestuosas pirámides de Giza:
“Yo se que el hombre no morirá en el recuerdo de los hombres mientras el sol alumbre a las pirámides. Yo se que ante ellas se detiene la catástrofe, sus tropas se declaran impotentes, la derrota y hasta el tiempo muere de cansancio. Porque está escrito desde el siglo más remoto que el Tiempo es el gran temor del hombre. Pero el Tiempo sólo teme a las pirámides.”

PRIMERA TOMA DE CONTACTO
2001 agosto378
Sobrevolábamos la capital de Egipto. Bajo nuestros ojos la ciudad parecía una vieja maqueta abandonada en el desván llena de polvo. Sus edificios rectangulares se sucedían en una encrucijada de carreteras sobre un  marco desértico, excepto al vergel que delimitaba el valle del Nilo.
Al salir de la climatizada cabina del avión entramos en contacto con la crudeza de la climatología del desierto. El calor seco iba a ser nuestro compañero de viaje.

Debíamos hacer los trámites del visado y declarar el material videográfico. Pronto nos dimos cuenta de que el país estaba volcado en el turista, pero que agonizaba bajo el cáncer de la burocracia anarquista. Tras la obtención del visado era momento de cambiar lago de dinero para iniciar la aventura. En el camino un agente de la oficina oficial de turismo nos ayudó a elegir un hotel, hacer la reserva telefónica y nos comunicó cuanto nos debía cobrar el taxi y cuanto el hotel. Esto olía a que el país estaba lleno de picaresca. Tendríamos que mantenernos atentos. Aunque realmente de poco nos sirvió. Egipto lleva miles de años siendo un país de negociantes y mercaderes, no íbamos a ser nosotros, dos ingenuos occidentales urbanitas, la horma de su zapato.

El Cairo, fundada en el sitio de Babilonia, cerca de las ruinas del antiguo Memfis, ha sido por siglos, la ciudad más grande en África. El Cairo moderno comprende muchas ciudades y monumentos antiguos: las pirámides de los faraones; monasterios e iglesias cristianas; la Citadela de Saladino; Mezquitas de Sultanes, Mamelucos y Otomanes. Es el Cairo; centro entre tres Continentes, más de cinco mil años de cultura se han concentrado aquí.

Cuando se conoce El Cairo se vuelve real la frase “atracción fatal”, y es que esta megaurbe de más de 18 millones de personas, con un caos circulatorio constante, con una contaminación polución-arena única en el mundo, con su insalubridad y su anarquía endógena terminan por fascinar e hipnotizar al viajero, cayendo en las garras de esta ciudad milenaria. Y una vez en sus brazos, todo lo negativo se hace menos y comenzamos a disfrutar de una ciudad singular.
El Cairo representa a un país en plena efervescencia, que no duerme, que mira un orgulloso pasado y esperanzador futuro. Tierra de faraones, de comercio y vergel del norte de África. Su columna vertebral, y la de todo el país, El Nilo, vertebra esta caótica ciudad de forma integradora. Su particular “skyline” de minaretes y alminares, bajo una constante nube de arena y polución, dibujan en el horizonte un perfil fácilmente reconocible y que la diferencia del resto de ciudades.
Sólo esta ciudad es capaz de crear esa particular relación amor-odio pues a pesar de todos sus defectos, ¿quién no cae rendido ante los encantos y experiencia milenaria de una sabia cortesana como El Cairo?
Sin duda la pasión que sientes por El Cairo viene dada también por sus gentes, que aunque eminentemente mercaderes, también lo es acogedora y sorprendentemente abierta.

Llegamos al New Palace Hotel tras un viaje suicida por las calles de El Cairo. El hotel se ubicaba en un viejo edificio de 7 alturas algo decrépito y decadente pero con una terraza muy acogedora en el ático, donde pudimos disfrutar de un refrigerio mientras no adaptábamos a la nueva situación. El regente del hotel se nos acercó y es 5 segundos nos planificó los 9 días del viaje por 270 euros todo incluido. La oferta era tentadora pues el precio era muy ajustado y nos hubiésemos olvidado de tener que ingeniárnoslas para viajar por el país. Sin embargo desoímos estos cantos de sirena, pues aunque muy cautivadores, aniquilaban de cuajo la esencia de un viaje: la emoción, la improvisación, las dificultades…en definitiva la aventura.
Tras rechazar la oferta bajamos para tomar posesión de nuestros aposentos: una habitación doble con ruidoso aire acondicionado pero sin baño, todo por el módico precio de 18 euros la noche.
Tras apartar las cucarachas que andaban como Pedro por su casa, deshicimos parcialmente las maletas y nos dispusimos, mapa en mano, a conocer la ciudad.

La primera excursión era tan sólo una toma de contacto y ya nos sorprendió. Las calles atestadas de ruidoso tráfico eran un infierno y sólo se podía huir de él internándose en uno de los múltiples bazares que salpican toda la ciudad. Para un occidental resulta muy llamativo la ingente cantidad de objetos que se ponen a la venta, así como el modo,  ya que literalmente te sumerges en el bazar, pues en todo momento te encuentras rodeado por mercancías tanto a ambos lados, como por encima e incluso a veces por debajo.

Al anochecer, y antes de volver al hotel, nos sentamos en un local para cenar. El local, totalmente orientado a la población residente, ofertaba múltiples platos todos ellos desconocidos para nosotros. No muy higiénico a ojos occidentales fue lo más limpio que vimos en toda la tarde. En las mesas nos podíamos servir de una botella de zumo de limón notoriamente reposado, o de pasta de pimiento altamente picante, aunque era necesario hurgar un poco para saltarse la primera capa reseca. Además de una hermosa jarra de acero con agua, y un “único” vaso que iba pasando de mano en mano entre los diversos comensales. Esto último, ya nos pareció excesivamente peligroso así que optamos por la siempre segura agua embotellada. Por 75 pesetas nos sirvieron un hermoso plato con múltiples ingredientes entre los que sólo identificamos el arroz, la cebolla frita y una especie de legumbre. Aunque no pasaría a la posteridad como el mejor plato sirvió para aplacar nuestra hambre. De camino al hotel nos tomamos un riquísimo zumo de mango, y con el estómago lleno y después de asustar a las cucarachas nos acostamos en nuestro “cómodos” catres.


EL CAIRO
2001 agosto323
A la mañana siguiente nos dirigimos hacia el museo a primera hora. Por el camino se nos antojó una hogaza de pan para desayunar, así que nos disponíamos a comprar a uno de los muchos vendedores que recorren las calles con enormes bandejas de pan sobre la cabeza, cuando otro egipcio nos sugirió  que le acompañásemos a su tienda pues el podía darnos una hogaza recién salida del horno. Y a nosotros que enseguida se nos caza por el estómago le creímos y nos fuimos con él. Aunque él aseguró que la tienda estaba al lado tuvimos que andar cerca de medio kilómetro para entrar en su tienda de . . . perfumes!.
2001 agosto347Al ver nuestra cara contrariada nos aseguró que su panadería estaba al lado, pero que mientras esperábamos a que saliese del horno podíamos descansar en su tienda de perfumes tomando un té. Por supuesto nos aseguró que no era necesario comprar. Sabiendo que nos habían timado y teniendo la sensación de estar perdiendo el tiempo aguantamos estoicamente las agresivas tácticas comerciales del vendedor. Finalmente viendo que tenía la batalla perdida, pues no estábamos dispuestos a comprar nada, el gancho entró en la tienda y de malos modos nos entregó una hogaza de pan frío que tuvimos que abonar lógicamente. Esta fue una de las muchas veces que pudimos comprobar que frecuentemente la desinteresada ayuda egipcia solía guardar un interés comercial. Amabilidad que desaparecía fulminantemente si veían que no se iba a producir ninguna transacción comercial.

2001 agosto321El museo se encuentra actualmente en la plaza El Tahrir a orillas del Nilo. Su origen se remonta al siglo XIX cuando la egiptología invadió el mundo, y se produjo un brutal y sistemático expolio de antigüedades, del que el país aún no se ha recuperado. Así en 1850 llegó al país el que sería una de las máximas figuras del conservacionismo egipcio. Auguste Eduardo Mariette, era un amante de la cultura egipcia pero a la vez ferviente defensor de la recuperación y preservación de las antigüedades dentro del país. Siete años después de su llegada, y viendo como el país era irremisiblemente expoliado, solicitó al virrey Jedive Said Bajá la creación de un organismo que se ocupara de recuperar, conservar y preservar los monumentos egipcios y al mismo tiempo fundar un museo para salvaguardar los objetos que corrían serio riesgo de desaparecer del país en manos de coleccionistas privados.
Tras varios cambios de emplazamiento el museo abrió sus puertas en la plaza El Tahrir en 1902.

2001 agosto319Evidentemente, contiene la mayor cantidad de objetos egipcios del mundo, aunque lamentablemente la mayor parte de sus fondos se hallan en los sótanos del edificio, muchos de ellos sin catalogar. A ello hay que unir la caótica distribución de las piezas, la nula iluminación y el escaso aprovechamiento de las piezas más singulares. En sí el conjunto da un aspecto bastante descuidado. Y sin embargo en su interior se encuentran alguna de las piezas arqueológicas más importantes del mundo.
Es preciso abonar una entrada para la exposición principal y otra supletoria si se desea visitar la zona dedicada a las momias. Además será preciso pagar por el uso de la cámara de fotos, aunque no está permitido el uso ni del flash ni del trípode por lo que las fotos suelen salir oscuras o movidas. Si es nuestra intención introducir la cámara de vídeo el precio se dispara.
El museo se distribuye en dos plantas. La inferior dedicada a las piezas de gran tonelaje y la superior a piezas de menor tamaño y a la tumba de Tutankhamon, que es espectacular.

2001 agosto332
La distribución de las piezas es tan caótica que intentar seguir un recorrido es casi imposible, además las figuras suelen ser movidas sin previo aviso.

La cantidad de material es ingente, y si la intención es ver concienzudamente el museo puede ser necesario dos visitas para evitarse una embolia de cultura. Sin embargo para una visita completa la mañana es más que suficiente.
2001 agosto336Cinco horas después, y tras andar 7 km por los pasillos del Museo Nacional, nos encontrábamos de nuevo en la calle bajo el ardiente sol del mediodía. La visita había sido muy interesante aunque salimos algo desilusionados por el estado de conservación del museo. La entrada costaba 6 euros, el pase por la cámara de fotos 3 y la de vídeo 30 euros. Como el precio se disparaba tuvimos que prescindir de esta última, de todas formas la pobre iluminación y la imposibilidad de usar trípode hubiera deslucido las imágenes. Las colecciones Egipcias del Museo Vaticano o del Museo Británico, muchísimo más pobres pero mucho mejor presentadas, ofrecen una visita más agradable que la que se pudiera tener en el Museo Egipcio. Suponemos que tal ingente cantidad de material arqueológico hace muy difícil su clasificación, conservación y exposición, pero siendo la principal fuente de ingresos del país creíamos que deberían esforzarse más.

2001 agosto366Era hora de visitar el Barrio islámico y para ello tomamos el metro. El metro del Cairo supone entrar en otro mundo. Una vez dentro de sus túneles atrás se deja el calor, la suciedad, el ruido y la polución. El billete cuesta 25pts y como en muchos países árabes los primeros vagones del metro son de uso exclusivo femenino. El metro es muy seguro pues está lleno de policía turística.
El Barrio Islámico abarca un gran área de la ciudad, y en él se pueden encontrar algunos de los monumentos más importantes de la urbe, erigidos durante la dominación islámica. Pero si interesantes son las abundantes mezquitas, mausoleos, madrasas, palacios y minarestes, no lo es menos las angostas y tortuosas calles que sumergen al viajero en una ciudad desconocida por la gran mayoría de los turistas.

Andar por sus calles es como retraerse a siglos pasados, impregnarse de un estilo de vida que poco ha variado desde la época colonial y las grandes rutas comerciales. En sus calles llenas de historia se respira un ambiente difícil de encontrar en otras ciudades del mundo, pues pocas ciudades que tuvieron tanta importancia en el mundo antiguo se ha mantenido tan inalterada como esta.

Si bien el intrincado de calles anima a la exploración no debemos olvidar que gran parte de esta ciudad aún no está cartografiada, por lo que es muy fácil perderse. Por eso, aconsejamos o ir acompañado de un egipcio de confianza o no adentrarse mucho para no perder la referencia de los altos edificios del centro.
2001 agosto380
La zona más interesante de este laberíntico nudo de calles es sin duda la ciudad de los muertos. Así se denomina a dos vastas necrópolis, lugar de enterramiento de califas, emires y mamelucos. Su gran particularidad, sin parangón, es que gran parte de estos mausoleos están habitados. Efectivamente, durante la guerra árabe-israelí de 1967 una gran parte de la población del Canal de Suez se vio obligada a huir de la refriega produciendo una gran migración hacia la capital. Ante la falta de alojamiento se vieron abocados a ocupar las tumbas como lugar de descanso. Además durante esta ocupación también se dio la circunstancia que familias adineradas “contrataron” a personas de confianza para que ocuparan los panteones familiares y así protegerlos de la ocupación incontrolada. Para poder visitarla es imprescindible un guía, sino, es imposible orientarse entre las tumbas, además hay que tener en cuenta que a menudo las condiciones de vida son paupérrimas por lo que los turistas no son bien recibidos.

2001 agosto376Si bien nos atrevimos a curiosear por el barrio, no nos atrevimos a entrar en la ciudad de los muertos pues no es del todo seguro. Sin embargo por el barrio solo tuvimos que soportar a los chavales que correteaban a nuestro alrededor pidiéndonos dinero, bolígrafos o cualquier cosa que lleváramos encima.

El barrio islámico es enorme y se precisa de un día entero si lo quieres recorrer en profundidad. Tal es su extensión que aquel día cuando llegamos al hotel y miramos el podómetro habíamos andado ¡ 23 km ¡. Sin embargo tal caminata merece la pena. Desde sus grandes mezquitas, a sus fabulosos templos; desde sus laberínticas calles hasta el antiguo barrio Copto, todo resuma historia y te traslada a lejanas épocas cuando los europeos se aventuraban en busca de preciados tesoros y especias. Quizás fuera algo arriesgado, sin embargo, en ningún momento sentimos miedo al callejear por desconocidos y desolados callejones. Las calles eran de tierra y muy estrechas pues las casas se agolpaban unas con otras, todo tipo de animales, domésticos y no domésticos, correteaban entre montones de basura que gracias al clima no desprendían mucho hedor.

2001 agosto375A cada paso una chavalería variopinta te seguía riendo, gritando y pidiéndote que le dieras cualquier cosa. A veces directamente dinero, otros más sutiles bolígrafos o colgantes. En cualquier caso siempre con una sonrisa y denegando con la cabeza no tenías mayores problemas. Andando y andando por callejas no cartografiadas llegamos a lo alto del barrio desde donde se divisa la ciudad de los muertos. Ver anochecer desde aquí es una espectáculo bellísimo pues desde las alturas se tiene una impresionante vista de toda la ciudad del el Cairo mientras el sol se oculta en la lejanía.

Ya de noche, camino a casa, pudimos disfrutar del cierre del mercado Khan El Kalili. Miles de personas y centenares de coches huyen camino a sus hogares para cenar y descansar. Una auténtica estampida urbana, caótica y bestial que sólo puede darse en ciudades del tamaño del Cairo o Delhi.
Tras la “cena” decidimos tomar un zumo de mango, En el frontal del establecimiento estaban indicados los precios en números egipcios, afortunadamente habíamos aprendido a leerlos gracias a que en los autobuses aparecen los números tanto en árabe como en caracteres occidentales, a la hora de ir a pagar de nuevo nos intentaron timar cobrándonos el doble, nosotros con una sonrisa en la boca le señalamos el precio real que marcaba el tablón, y él nos volvió a coger las vueltas y nos las devolvió en forma de un montón de billetes de 1 piastra, al contarlas nos dimos cuenta que de nuevo nos había cobrado el doble, y que nos había dado el cambio en billetes pequeños para despistarnos. Gortxu con semblante serio negó con la cabeza y le puso el dinero en la mesa, el dependiente se hacia el sueco y hablaba en árabe muy rápido, alto y ofendido, pero viendo que no estábamos dispuestos a ser engañados y que empezábamos a buscar con la mirada a la policía turística, muy enfadado nos devolvió bien el cambió y con gestos airados  nos indicó que nos largáramos. Comenzamos a comprender que la picaresca iba a ser un continuo en este viaje.

LAS PIRAMIDES DE GIZA
2001 agosto397


Un nuevo día, pero un día con D mayúscula, iba a ser el Gran Día. Íbamos a visitar las Grandes Pirámides de Giza.

En época del Imperio Antiguo, Egipto se convirtió en un gran estado y así su civilización pasó a ocupar un lugar predominante en el mundo. Consolidada definitivamente la unión del Alto y Bajo Egipto, el estado quedaba organizado en una monarquía de derecho divino, en la que el faraón poseía todos los poderes. Fue en esta situación de estabilidad política y bonanza económica cuando Egipto desarrolló una de las civilizaciones más grandiosas de la historia.
Ejemplo de ello es la pirámide escalonada de Djeser de la III Dinastía. Ésta y todas las demás grandes obras son el resultado del perfeccionamiento de los instrumentos de metal, que facilitan la extracción de grandes bloques de piedra. Se tiene por seguro que estas innovaciones son debidas al mejor arquitecto de la historia de Egipto, Imhotep, que fue incluso divinizado. Este auge tendría su culminación en la siguiente Dinastía, cuyos reyes, Snefru, Keops, Kefren y Micerinos pasaron a la historia como los constructores de las grandes pirámides.
Sólo entendiendo la compleja sociedad y mitología egipcia puede llegar a comprenderse la construcción de las pirámides, pues tal esfuerzo sobrehumano solo puede ser alimentado por la fe.

En nuestro afán de experimentar la vida egipcia, decidimos llegar a Giza a través de autobús urbano. Llegamos a la plaza Midan El Tahrir, antes de llegar lo teníamos muy claro, debíamos coger el autobús número 8 o 900, sin embargo al llegar a la plaza comprendimos que la tarea no iba a ser tan fácil. Decenas y decenas de autobuses, tanto por el norte como por el sur, este y oeste llegaban a la vez, y casi sin parar decenas de pasajeros bajaban y subían, para volver el autobús a salir sin apenas haber parado. Algunos llevaban los números en caracteres occidentales, otros solo en árabe y para cuando los descifrábamos ya había partido. Afortunadamente un egipcio amablemente nos preguntó hacia dónde nos dirigíamos. Le respondimos que a Giza. Casualmente él vivía en Giza así que nos indicaría el autobús. Como perritos falderos le seguimos hasta montarnos en el autobús. Insistimos en abonarle el billete y aunque nos costó que aceptara logramos pagarle el billete como muestra de agradecimiento. Rápidamente entablamos una conversación muy sucinta sobre su vida, aficiones y opiniones del país. Nos dio un buen consejo que nos ayudó muchísimo: “En Egipto sonreír abre más puertas que el dinero”. En muchas ocasiones lo pusimos en práctica y ciertamente fue muy efectivo.
Nos acercábamos a Giza. Gortxu no quería mirar por la ventanilla pues deseaba verlas de sopetón y en toda su magnitud, yo sin embargo, miré por la ventana. Avanzábamos por una avenida principal flanqueada por palmeras y grandes edificios que no dejaban ver más allá. Pero de repente la vi. Los edificios que antes me parecían altos quedaron ridiculizados por el tamaño de la Gran Pirámide. Los pelos se me pusieron de punta y una emoción embriagó mi corazón. Impertérritas, arrogantes y desafiantes al Tiempo se levantaban las hermosas pirámides en la explanada del desierto. Partiendo de que me es difícil explicar lo que sentí al verlas las palabras más cercanas son emoción e insignificancia. Emoción al estar viendo la única maravilla del mundo antiguo que ha llegado hasta nuestros días, e insignificancia ante tan magna obra.

El primer pensamiento que se tiene al ver las pirámides es que estás mirando directamente a la Historia. Y casi inmediatamente notas como te vuelves insignificante y superfluo en esa explanada. Nada hay que las haga sombra, nada que las destruya y mucho menos nada que las haga caer en el olvido. 40 siglos de historia se encuentran ante ti y apenas puedes respirar, nada dices y nada piensas, sólo miras y te maravillas.
Varias son también las opciones para visitarla. O bien madrugar para adquirir una entrada y contemplar el interior de la Gran Pirámide o bien alquilar un camello y pasear por los alrededores. Nosotros preferimos ésta, mucho menos usada, ya que te permite entrar en comunión con estas magnificas obras y de alguna formar poder admirarlas y maravillarte con su perfección.
Las bibliotecas están llenos de libros que te hablarán de las diversas teorías de construcción, llenos de datos de sus medidas exactas, de su tonelaje y de su estructura. Mil y una historias pues pocas construcciones en el mundo han inspirado a tantos autores como estas. Y es que, es la única maravilla del mundo antiguo que aún sigue en pie.

Creemos que es poco práctico perderse entre tantos datos, teorías, mitos y creencias pues sólo consiguen desviar la atención del elemento a admirar. Detenerse a estudiar sus medidas, ángulos y peso es absurdo ¿O acaso frente a la Gioconda nos fijamos en las medidas del cuadro, el marco o el bastidor?. La obra es sí es lo suficientemente fabulosa como para que tan solo su visión produzca admiración e incredulidad. Disfruta pues de las pirámides, pero disfrútalas en su esencia, en su intimidad.

Nuestro improvisado guía insistió para que le acompañáramos a su casa, pues quería mostrarnos a su familia mientras tomábamos un té. Así que allí nos vimos callejeando por Giza hasta entrar en su humilde casa, compuestas de 2 habitaciones y una cocina. Nos sentamos en le salón, una habitación de 6 metros cuadrados con una alfombra, pequeña, mesa baja y un tresillo de escai. Nos presentó orgulloso a sus tres hijos, pero no a sus dos hijas que al vernos entrar se encerraron en la otra habitación. A su mujer solo la vimos al dejarnos la bandeja de té sobre la mesa, en ningún momento levanto la cabeza y ni siquiera dijo una palabra. Mientras tomábamos el té tuvimos que simular que nos encantaba el fútbol, ya que nuestro anfitrión era un forofo. Finalmente nos acompañó a la calle y nos consiguió una excursión en camello supuestamente a precio egipcio. No lo dudamos pues en todo momento se mostró muy cortés.

2001 agosto407Así fue como comenzó nuestra excursión alrededor de las pirámides, Gortxu montando en el camello con el guía y yo en solitario sobre otro camello. La experiencia fue maravillosa. Era temporada baja, así pues, apenas había otros turistas paseando en camello. La gran mayoría se agolpaba en las puertas de la Gran Pirámide. Sabíamos que el tiempo no daba para todo así que preferimos recorrer los alrededores en solitario que en rebaño entrar al interior de las pirámides. Y no nos arrepentimos. Aunque en la actualidad estaba prohibido subir a las pirámides vimos a gente escalarlas, nuestro guía nos comentó que era posible si se sobornaba a los guardias, no nos pareció propio, bastante sufrían ya como para someterlas a más torturas.
En estos momentos nos sentimos frustrados pues creemos innecesario describirlas ya que son universalmente conocidas y hay millones de libros que hablan de ellas, pero tampoco somos capaces de transmitiros las emociones que te embargan cuando estás delante de ellas. Hasta hoy no recordamos ningún monumento en el mundo que nos haya producido tales sensaciones, tales inquietudes. Estas construcciones tienen algo que empapa al ser humano y lo transforma momentáneamente. Quizás sea su sencillez geométrica, quizás su entorno austero o quizás siglos de veladas historias alojadas en el subconsciente colectivo, no sabemos que es, pero sin lugar a dudas estas construcciones tienen un influjo mágico sobre quién las mira.
Cuando te alejas, no puedes dejar de mirar atrás y no creo que nadie haya sido capaz de reprimir el pensamiento. “Volveré”.

2001 agosto393

Lamentablemente los alrededores se habían urbanizado mucho desvirtuando el entorno, hasta tal punto que se estaba construyendo un enorme campo de fútbol a escasa distancia de las pirámides. Mirar a las pirámides y ver tras ellas un estadio de fútbol no era precisamente lo más idílico, y  no es que nos opusiéramos al desarrollo, pero ¿era necesario construirlo al lado con lo enorme que es la explanada?. Tras rodear las pirámides y visitar la necrópolis cercana nos adentramos más en le desierto hasta unos nuevos enterramientos que habían descubierto no hacía mucho. Ya sentados en la arena nuestro guía nos dio una escueta clase de historia para posteriormente retornar a la ciudad. El guía aseguraba que yo tenía cráneo y cara de egipcio,  que estaba seguro que tenía ascendencia árabe. Aquello nos sirvió para hacer unas risas pues azotando al camello y al galope me dirigí hacia las pirámides al grito de “¡¡¡Padre he vuelto!!! “. Lo cierto es que al lo largo del viaje varias fueron las veces en que se me dirigieron en árabe pensado en que era egipcio.

Ya en la ciudad tuvimos un pequeño percance con la tarjeta de crédito ya que el cajero automático se la tragó y tuvimos que ir a una sucursal cercana para que un empleado fuera al cajero y nos la recuperara.
Al atardecer nos acercamos al barrio Copto, actualmente en pleno proceso de excavación y restauración sus edificios nos hablan de la rica historia de esta zona de la ciudad ya que pueden encontrarse restos cristianos, árabes y del Imperio Bizantino.

El primer asentamiento de El Cairo primitivo se encuentra en el Barrio Copto frente al extremo sur de la isla de Roda. El área no es muy grande y se puede visitar en un par de horas, la mejor forma de llegar es en metro bajándose en la parada Mar Girgis de la Línea 1. Nada más salir de la estación nos encontraremos con las antiguas murallas de la fortaleza de Babilonia en pleno proceso de excavación. Sus dos torres nos dan la bienvenida y nos encaminan hacia el recinto histórico. Cruzando entre ambas torres accedemos al museo Copto y a la iglesia Abu Serga. Tras ellos se halla la antigua muralla romana, la iglesia de San Elías y la Sinagoga de Ben Ezrah. Caminando hacia el norte nos encontraremos con la iglesia EL Adra y la iglesia Ortodoxa Griega. Girando hacia la izquierda toparemos con más murallas romanas y el convento de San Jorge, volviendo de nuevo a las torres.
El barrio, siempre muy populoso, estaba lleno de niños que corretearan a vuestro lado pidiéndonos bolis, colgantes o que les sacásemos una foto. El paseo es agradable y más si se realiza al atardecer, pues la temperatura ya no será tan extrema y la luz realza el color de las piedras de los monumentos. La zona está, como es lógico, llena de cementerios de todas las profesiones religiosas. Si estos están cerrados buscad al guarda y por un pequeño soborno os dejará entrar.

Lamentablemente la noche se nos echó encima por lo que apenas pudimos disfrutar del paseo. Los monumentos ya estaban cerrados y sólo pudimos visitar uno de los cementerios tras sobornar al guardia para que nos abriera la reja.

SAKARA
2001 agosto443


Debíamos acudir a Sakara y de nuevo decidimos tomar el autobús público para llegar. Sin embargo esta vez no tuvimos ningún ángel de la guarda, de tal forma que tras tomar el metro e ir a una estación de autobuses nos dicen que nos hemos confundido, y que debemos ir a otra estación. Tras retroceder de nuevo en metro llegamos a la  susodicha estación y nos vuelven a informar de que tampoco es la indicada. Finalmente nos sugieren que la mejor opción es contratar un taxi para todo el día, tal y como aconsejaba la guía, visto el tiempo que llevábamos perdido accedimos. Así que el egipcio que nos había aconsejado sale a la carretera y para el primer taxi colectivo que pasa, manda bajar a las mujeres que iban montadas y nos indican que subamos. A nosotros nos da vergüenza, aunque rápidamente comprendimos que todos sacarían tajada de nuestra “especial tarifa turista”. Tras abonar 30 euros nos dirigimos a las ruinas de Sakara. El conductor y acompañante exclusivamente hablaban egipcio así que la comunicación tuvimos que hacerla mediante signos. Teniendo en cuenta que las ruinas distan 30km de El Cairo, que ellos te transportan por todo el recinto que es muy amplio, y te dejan a la puerta del hotel tras toda la mañana de excursión, tampoco era un precio desorbitado, para nosotros.
Así que tras un viaje suicida, realmente pasas miedo, llegamos a las ruinas.

Sakara, posiblemente sea la hermana fea de las pirámides de Egipto quedando eclipsada por sus archifamosas hermanas de Giza, y sin embargo su importancia histórica es tan relevante como las otras. Aunque admitámoslo no tiene el encanto y atractivo de las de Giza.
La entrada al recinto se realiza por la columnata, una gran fachada restaurada de piedra que conduce a un pasillo formado por columnas de 5m de alto, cruzando este pasillo estaremos en el gran patio donde se encuentra el monumento más conocido: la Pirámide escalonada de Zoser.
Frente a la pirámide de Zoser, fuera del patio y tras subir las escaleras del Muro de las cobras nos toparemos con la Pirámide de Unas. Es particular pues en ellas es donde se encontraron los primeros “Textos de las Pirámides”. Más al norte del recinto se haya la Pirámide se Sejem-jet.

Si de bazares hablamos en El Cairo, al momento nos viene el nombre Jan El Jalily. Este fascinante bazar situado frente a la mezquita El Azhar ocupa una gran extensión de calles y callejuelas que se delimitan al sur con la calle Sharia Gawhar Al Qaid, al oeste con Muizz Li Din Allah y al este con Midan Sayeda Hussein. Además de poder sumergirnos en esta vorágine compradora podemos aprovechar para ver los monumentos cercanos y así descansar del fatigoso mundo de las relaciones comerciales. En los alrededores podremos disfrutar además de la mezquita Al Azahar de las de El Ghuri, Sayeda Hussein, Muhtahar y Barsbay.
Este mercado fundado en 1382 se ha convertido en la actualidad en un reclamo turístico en sí, por lo que la picaresca está muy extendida. Al igual que en el resto del país nunca os deberéis fiar de “los guías samaritanos” que juran no tener intereses porque será falso. Ojo a vuestras pertenencias, porque el carterista es una especie en constante avance. El gentío en algunas callejuelas estrechas puede ser agobiante, pero el ambiente que se respira, la gran cantidad de mercancías, la variedad de objetos y la riqueza de relaciones comerciales, hacen de la visita una experiencia que no debe perderse. Aquí deberéis poner en práctica todas vuestras dotes de regateo, halagos y perspicacia pues la transacción comercial puede tornarse rápidamente de satisfactoria a un auténtico timo.

Fue una experiencia tremendamente interesante pues el mercado, aunque un poco desvirtuado por la afluencia del turismo, mantiene su esencia milenaria. Callejear entre miles y miles de puestos permite disfrutar de un muestrario increíble de objetos, alimentos y especias imposible de abarcar en su totalidad. Su extensión es muy amplia y existe una importante diferencia entre las calles principales más orientadas al turismo, y las más periféricas y pequeñas donde la tradición se mantiene más arraigada e incluso es posible disfrutar del trabajo en vivo de numerosos artesanos. El timo, el regateo, la picaresca y el halago están a la orden del día y es preciso andarse con mucho ojo para no caer en las garras del comercio milenario. Como nos ocurrió a nosotros.

LUXOR
2001 agosto488

Descendimos hacia el sur acercándonos al Imperio Nuevo. Este gran periodo de la historia egipcia se caracteriza principalmente por su expansionismo, y por tanto, su constante estado de guerra y la acumulación de grandes riquezas.
Tal riqueza permitió al estado la creación de numerosos y grandiosos templos en detrimento de las obras funerarias pues se abandonó la pirámide y se inició un nuevo modelo de enterramiento en el Valle de los Reyes. Aunque desgraciadamente posteriormente fueron saqueadas.
En la capital de este grandioso imperio, Tebas, se construyó dinastía tras dinastía un colosal Templo erigido al dios Amón que resume todos los estilos arquitectónicos de aquella época.
El faraón por excelencia de esta época, y posiblemente el más conocido de la historia, fue Ramsés II que construyó en su nombre fabulosos templos por todo Egipto.

El viaje a Luxor en tren fue una auténtica tortura. El viaje se prometía feliz pues tomamos un pasaje de primera clase. Al entrar en el compartimiento éramos los únicos así que podríamos estirarnos en los asientos de escai para pasar la noche. Estaba atardeciendo y el aire acondicionado lo agradecimos enormemente pues estábamos muy acalorados. Sin embargo nunca llegamos a pensar que llegaríamos a lamentar tanto ese aire acondicionado. Y es que era imposible regularlo así que tras 12 aquel compartimiento se había transformado en una auténtica nevera. A mitad de la noche tuvimos que ponernos camiseta tras camiseta y finalmente las toallas de playas, pero aún así no logramos coger calor.
Por otra parte los asientos estaban atravesados por insufribles barras de lado a lado con lo que a los minutos de estar tumbado o cambiabas de postura o sufrías serio riesgo gangrena. En definitiva al bajarnos del tren a las 7 de la mañana, más bien parecía que le viaje lo habíamos hecho andando a través del desierto.
Al descender del tren decenas de ganchos se acercaron para ofertarnos sus hoteles. Era temporada baja así que la oferta era muy amplia y variada. Tras tomar aposento en nuestros cuartos decidimos contratar la excursión al Valle de los Reyes directamente en el hotel, pues los precios eran muy parecidos a realizarlo por tu cuenta.
Montamos en la furgoneta y mientras hacíamos un par de paradas para recoger a más viajeros aprovechamos par aponer a punto el equipo fotográfico. La carretera te deja a 2km de la entrada principal para evitar dañar el entorno. Así que para subir puedes optar por la opción  barata, los pies, o por la cara, un tren chu-chu.

La visita a las tumbas del Valle de los Reyes es un viaje al pasado que permite al viajero reconstruir la vida de los egipcios tal y como era hace 3.000 años. Estos monumentos fúnebres dan una clara idea del simbolismo de la muerte en la cultura egipcia. A pesar de ser expoliadas durante el reinado de Ramsés III las tumbas logran transmitir esa solemnidad y majestuosidad dignas de un faraón.
El acceso se realiza por el mismo camino que milenios atrás recorrieron estos faraones camino de su descanso eterno, solo que ahora está asfaltado y se realiza a motor. A dos kilómetros de las tumbas se debe coger un tren chu-chu (que hay que pagar) para que te suba hasta la entrada principal. Una vez allí se debe dejar la cámara de vídeo y pagar la entrada por tres tumbas (van rotando a lo largo del año para preservarlas) y por la cámara de fotos si se quiere utilizar. Si se desea visitar más tumbas se pagará a la entrada de estas.
Antes de entrar debes dejar la videocámara en consigna pues está prohibido usarla en el interior de las tumbas. Decidimos jugárnosla y escondí la cámara de video en el doble fondo de la mochila, y así logré pasar el registro. Ya en el interior de la tumba nos apartamos del grupo principal y poniéndome la mochila colgada al revés escondí la videocámara entre la mochila y el pecho. Debido a su pequeño tamaño quedaba lo suficientemente disimulada como para no ser vista pero permitía grabar a ciegas. En un par de ocasiones estuvieron a punto de pillarnos, en una porque casi se me cae y en otra por un reflejo de la lente. En cualquier caso logramos grabar en el interior. Una vez fuera nos dimos cuenta de la tontería que habíamos hecho  pues corrimos el riesgo de que nos confiscaran la cámara y nos pusieran una multa.
El valle en forma de embudo fue elegido con el beneplácito de los faraones pero a los turistas nos viene fatal pues en las horas centrales del día se concentra el calor alcanzando fácilmente los 40ºC. Y la cosa no mejora cuando uno se introduce en las tumbas. El calor, la mala ventilación y el gentío convierten la experiencia en algo pegajoso y cansino. Aunque sin lugar a dudas el esfuerzo merece la pena.

Introducirse en una tumba faraónica es toda una experiencia que comienza nada más cruzar el umbral. El calor en el interior es agobiante, y los escasos ventiladores estratégicamente dispuestos si apenas logran remover el tórrido ambiente. Pero rápidamente esa sensación claustrofobica se olvida ante las maravillas que se descubren. Metros y metros de paredes primorosamente dibujados dan idea de la magnitud de las tumbas. Solo con los jeroglíficos  te maravillas así que imaginándote las cámaras con todos los tesoros el alma se te encoge. El largo corredor que conduce a la cámara funeraria suele poseer una pasarela y una barandilla que facilita el descenso y preserva la tumba. Tras la larga bajada comienza a sucederse a ambos lados cámaras y más cámaras, que en su día guardaron todos los objetos que el faraón se llevaría al otro mundo, incluido algún sirviente y jóvenes damiselas. Tras múltiples recovecos y falsas puertas, que de poco sirvieron, se llega a la cámara principal donde se aloja el sarcófago vacío del faraón. Todas las paredes de la tumba, techos incluidos, están primorosamente dibujados y adornados con jeroglíficos de una elaboración exquisita. La observación detallada de las tumbas supondría un tiempo ingente así que en nuestra finitud no podemos más que repasar superficialmente la tumba, pensando que si nos quedáramos encerrados en ella no tendríamos años suficientes como para explorarla concienzudamente y en su totalidad.
4000 años de antigüedad, miles de expolios, centenares de agresiones, decenas de profanaciones y aún consigue transmitir una fuerza y una grandiosidad que asombran. Creemos que es el aire viciado de la tumba las que nos dificulta la respiración, pero es todo el poder condensado en una tumba la que nos encoge el alma y nos hace consciente de la temporalidad y finitud del hombre.

Posteriormente nos dirigimos al Valle de las Reinas. Este impresionante lugar de enterramiento fue construido durante la XVIII Dinastía para enterrar a príncipes y princesas de sangre real. Con la decadencia del imperio las tumbas fueron ocupadas por personas que no eran de sangre real. Finalmente durante la dominación romana en el lugar se realizaron enterramientos populares, y fueron los coptos los artífices de su mayor destrucción ya que quemaron y destruyeron numerosas tumbas. A excepción de la tumba de Nefertari (a la que solo pueden acceder 150 personas al día tras pagar la astronómica cifra de 100 libras egipcias) el resto de tumbas no tienen un interés especial. Se acercaba el mediodía y el calor era asfixiante. Nos quedaba por visitar la necrópolis de los príncipes dónde podían verse sarcófagos construidos para príncipes no-natos. Sin embargo el calor era tan agobiante que todos deseábamos que la excursión finalizase. De vuelta a Luxor hicimos una parada en lo que supuestamente era una fábrica de alabastro, dónde se esculpían artesanalmente las figuras. A nuestra llegada cinco “artesanos” se encontraban a las puertas de la fábrica “tallando” la piedra con muy poco arte. Tras la consabida charla sobre la excepcional calidad de las tallas todos los excursionistas nos dimos media vuelta y nos subimos a la furgoneta sin ninguna intención de comprar. Allí seguían los “artesanos” trabajando. Pero hete aquí que hubo un problema con la furgoneta, así que como vieron que tardábamos mucho en salir, se cansaron de picar y uno a uno se fueron levantado y se dedicaron a sus quehaceres reales: barrer, empaquetar, limpiar….La función había terminado. ¡Qué país ¡

Ya en Luxor tuvimos que refugiarnos en un restaurante pues el sol caía de pleno sobre la ciudad y era una locura andar por sus calles. El aire era tan seco y cálido que parecía que tenías un peso sobre el pecho que te impedía respirar. Por una vez agradecimos que el servicio de los restaurantes en Egipto fuera tan lento, pues eso nos permitió pasar bajo el aire acondicionado las peores horas del día.
2001 agosto486El calor había remitido por lo que nos acercamos al paseo marítimo que se encuentra a orillas del Nilo. En los amarres se alinean desde los grandes barcos que realizan los cruceros a Asuán, hasta las pequeñas falucas de uso privado o que realizan el trasbordo  de orilla a orilla. La falta de tiempo nos obligaba a desistir de un crucero por el Nilo de varios días, sin embargo no estábamos dispuestos a prescindir de navegar uno de los ríos más famosos del mundo así que alquilamos un faluca para un breve paseo por el río, y fue una experiencia absolutamente gratificante. Una vez pactado el precio capitán y grumete desplegaron las velas para adentrarnos en las fuertes corrientes del Nilo. A pesar de que le calor aún apretaba la refrescante brisa del río hacía muy llevadera la travesía.  Las limpias aguas del Nilo, invitan al zambullirse en ellas, sin embargo este legendario río aunque ya dominado, sigue poseyendo una fabulosa fuerza que puede terminar con vuestras vidas. Tras dos horas navegando por el Nilo, el sol se ponía tras el valle de los Reyes así que era momento de volver. La actividad en los muelles era frenética pues todos los barcos y falucas se disponían a atracar para pasar la noche. Los barcos plegaban sus velas y echaban el ancla tras un duro día de trabajo. Los pescadores sacaban en cajas lo capturado aquella tarde para ponerlo a la venta unas veces en el muelle directamente, otras en los mercados nocturnos de la ciudad.

Sólo Luxor como antigua capital del imperio puede contener en sus alrededores tal cantidad de majestuosos templos. Su interés cultural se extiende a ambas orillas del Nilo. A un lado el Valle de los Reyes, al otro el Templo de Karnac, el templo de todos los templos de Egipto. Actualmente Lúxor ni tan siquiera es la capital de su provincia, pero no le hace falta pues se sigue erigiendo como principal destino turístico.
El templo se halla en el centro de la ciudad. Construido por Amenofis III sus dimensiones son discretas ( 65m x 250m ) y desde él parte la avenida de las esfinges que lo une al templo de Karnac situado a 3km. Lo más representativo del templo son dos inmensas imágenes de Ramsés II (quien terminó el templo) y un magnífico obelisco cuyo hermano gemelo se halla en la Plaza de la Concordia de París.
Al anochecer el sol se oculta tras el valle de los Reyes iluminando de una manera muy especial a toda la ciudad. La luz cambia y con ella llega también el dios Seth en forma de viento. Una vez que el Amón se retira Nut se hace dueña de la noche y cubre la ciudad con su velo de estrellas. Es el momento de pasear a orillas del río, de disfrutar de los puestos de comida y de la música ambiental. Solo la noche permite al cuerpo retomar nuevas energías para afrontar otro duro y caluroso día.

KARNAC
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Eran las 6 de la mañana cuando en una calesa nos trasladábamos al templo de Karnac.
Aunque carezca de ese halo de misterio que rodea a las grandes pirámides, el Templo de Karnac es la mayor construcción de todo Egipto y el más importante del Imperio Nuevo de Egipto. Pertenece al género de construcciones a las que Champollion denominó arquitectura de gigantes, su tamaño es considerable, pues al Templo primigenio se le fueron añadiendo más y más extensiones según se iban sucediendo las Dinastías. Su construcción la inició Amenofis III en el siglo XIV a. C. y fue finalizada por Ramsés II. Actualmente tiene una longitud de 1`5km por medio km de ancho. De ahí que, para poder disfrutar de él en su totalidad sea necesaria media jornada intensiva. Sin embargo, es un lugar ineludible en toda visita a Egipto ya que andar entre las columnas de su sala hipóstila te transporta literal y virtualmente a la época faraónica.

La mejor forma de llegar al Templo es mediante una calesa (carruaje tirado por caballos), ya que te acerca al templo de una manera original y puedes quedar para que te recoja a la hora convenida de nuevo en las puertas del Templo. La aproximación al Templo se realiza a través de lo que queda de la avenida de las esfinges que lo une al Templo de Luxor.
Esta avenida conduce al primer pilono o pórtico del templo, de 65m de anchura, decorado con bajorrelieves que representan las campañas militares de Ramsés II contra los hititas. Pasando el pórtico nos encontramos en el primer patio en cuyo centro se situaban dos filas de monumentales columnas que señalaban una calle en medio del inmenso patio. En la actualidad solo hay una restaurada en pié. En este patio también veremos un pequeño templo a la izquierda con tres capillas dedicadas a diferentes deidades, el Templo de Ramsés III a la derecha y una enorme estatua que representa a Ramsés II con una de sus hijas. Estos patios a los que el pueblo tenía acceso, conducía a la sala hipóstila, o antesala del santuario donde se conservaba y “atendía” la estatua de la divinidad. Estas grandes “naves” tenía sus techos de piedra, aunque en la actualidad estén derrumbados, y se iluminaban gracias a que sucesivamente las naves iban disminuyendo en tamaño de tal forma que al final de cada sala, como la siguiente era más baja, se podía colocar unas ventanas en el peristilo. Este sistema hacía que las últimas salas, las dedicadas a las deidades y los ritos, fueran muy bajas por lo que la iluminación era menor, lo que las confería una penumbra misteriosa haciendo más enigmática la morada del Dios.

Traspasando el segundo pilono nos encontramos en la fascinante sala hipóstila. Su belleza y grandeza nos dejará boquiabiertos: 152m de largo por 51 de ancho. El techo era sostenido por 134 columnas distribuidas en 16 filas, las 12 centrales de una altura de 21m por 10m de circunferencia, las laterales de 13m. Esta sala era demasiado grande para iluminarla a través del peristilo por lo que se construyó una claraboya. Pasear entre ellas, jugando con las sombras es una experiencia fascinante. Toda la sala está delimitada por altos muros profusamente labrados, e incluso en algunas zonas es posible apreciar la policromía de los relieves.

Posteriormente iremos atravesando sucesivos pilonos para ir llegando al centro del Templo donde se alojaba la deidad. En el camino podremos disfrutar de obeliscos, estatuas, columnas y relieves varios que hacen de la visita un deleite y sin duda algo único en el mundo.

Siempre he pensado que tenemos cierta vena masoquista. Si no, no se entendería porque elegimos los primeros asientos del autobús que nos llevarían a Hurgada. ¿Acaso queríamos ver la muerte de cerca?. Cinco horas de viaje mas tarde llegamos a la estación de autobuses y como éramos los únicos turistas que se bajaban del autobús decenas de ganchos se abalanzaron de forma muy desorganizada sobre nosotros. Tal era su necesidad que nos empujaban y nos arrinconaban contra el autobús. La situación era muy desagradable y muy tensa, pero súbitamente  un hombre vestido de calle pero pistola en mano se interpuso entre ellos y nosotros y los ordenó que se apartaran y se pusieran en fila para ofertarnos civilizadamente sus hoteles. Supusimos era la policía turística. Tras valorar las posibilidades optamos por uno barato ya que era el final del viaje y andábamos justos de dinero. La ciudad no ofrece mucho, así que tras comprobar la imposibilidad de alquilar un barco por varios días nos apuntamos a una excursión de buceo. La salida se iniciaba a las 9 de la mañana y regresabas a puerto a las 5 de la tarde, con material de snorkel, bebida y comida incluido nos salía por 1800pts. Dentro del barco reinaba un ambiente muy distendido y pasamos unas agradables jornadas de buceo. Un auténtico placer que nos sirvió para relajarnos y retomar fuerzas tras los duros días de turismo. Ya a la tarde subimos a la habitación para descansar antes de ir a dar una vuelta por la ciudad. De repente llaman a la puerta. Abrimos y es el joven recepcionista que nos pregunta si tenemos gel de baño. Le respondemos afirmativamente y se lo ofrecemos. Tras cogerlo entra en la habitación y ni corto ni perezoso se mete en el baño y se da una placentera ducha. No creíamos lo que nos estaba pasando. Tras la rápida ducha nos devuelve el champú y nos desea una feliz tarde. ¡Si no lo vemos no lo creemos!.

HURGADA
Hurgada es la mayor ciudad del Mar Rojo pero está exclusivamente orientada al turismo así que si vais será sólo por sus arrecifes coralinos ya que del pequeño pueblo de pescadores no queda nada.
Las particulares características de sus aguas hacen de sus fondos marinos uno de los principales destinos de buceo del mundo, tanto del de superficie como del de profundidad. La variedad de especies es muy grande y sin lugar a dudas disfrutaréis de cada inmersión.
Sus playas están formadas de una finísima arena mezclada con fina tierra por lo que mojada le da un aspecto algo fangoso, sus aguas terriblemente calientes invitan al baño aunque no alivien en demasía el sofocante calor de la zona.

Tras un paseo por la ciudad y una suculenta cena retornamos al hotel, el recepcionista al vernos llegar nos invitó a subir a la terraza. Allí estaban los tres jóvenes que regentaban la pensión, plácidamente tumbados mirando las estrellas y con unas cervezas bien frías. Nos invitaron a tomar una y a sentarnos junto a ellos mientras disfrutábamos del maravilloso cielo nocturno de Hurgada. Supongo que pensamos “lo comido por lo servido” así que allí pasamos un par de horas la mar de relajados.
El desayuno iba incluido en el precio, aunque lo que no sabíamos era que para que nos lo hicieran teníamos que despertar al cocinero que dormía en un colchón tirado en el suelo del comedor. Así que tras despertarle, y nos costó un rato, recogió su colchón y se dispuso a hacernos el desayuno. Cada día estábamos más alucinados. El autobús a El Cairo no salía hasta las 14 horas así que disponíamos de toda la mañana para fisgonear por las tiendas de la ciudad. Cometimos un error de principiantes al dejar a la improvisación la compra de los billetes de vuelta de autobús ya que cuando a las 12h el recepcionista nos acercó a la estación de autobuses los billetes se habían agotado para los de las 13, 14 y 15h. Siempre y cuando no sobornáramos al vendedor de billetes. No teníamos prisa, y como en el de las 16h sí había plazas le dijimos que no, que nos vendiera dos billetes para ese autobús. Teníamos tiempo así que nos dirigimos a una taberna cercana. Allí bebimos unos refrescos Mientras esperábamos se nos acercó un alemán y comenzamos a charlar. Nos invitó a unos cuantos chupitos de Ron cubano, que él suministraba a ese bar y nos contó sus años de experiencia en Egipto. Quiso la diosa fortuna que nos pidiera le enseñáramos los billetes de autobús, porque así pudimos comprobar como el cabrón del dependiente nos había vendido dos billetes de autobús pero para horas distintas uno para las 16h y otro para las 18h!!. Afortunadamente él llevaba años en Hurgada así que fue a la taquilla y lo arregló.

El viaje de vuelta a El Cairo fue una auténtica tortura. Tuvimos la mala suerte de que nos tocaran los asientos que se hallaban encima del motor así que todo el calor se transmita a nuestros cuerpos. Además el espacio entre asiento y asiento era minúsculo y nos obligaba a ir de lado para poder meter las piernas. Recordamos aquellas 6 horas de autobús como las peores de nuestras vidas.
Nueve días para un país tan vasto e interesante como Egipto es del todo insuficiente pero lo disfrutamos como si la vida nos hubiera ido en ello, y a veces a buen seguro que así fue.
2001 agosto401