jueves, 13 de diciembre de 2012

13. Jakarta. (Java)



El viaje se acababa y la escala de Jakarta no era más que un paso de transición hacia casa. Jakarta es una ciudad demasiado grande, demasiado superpoblada, demasiado contaminada, demasiado musulmana…no nos llamaba.
Finalizaba aquí un nuevo viaje a Indonesia que una vez más nos había sorprendido agradablemente. Un viaje lleno de paisajes y culturas increíbles, pero como todos los viajes necesitaría ser reposado en casa para poder asumirlo.
Hasta pronto Indonesia.

sábado, 8 de diciembre de 2012

04. Senmyak. (Bali)



Queríamos huir de la sobresaturada Kuta y nos decidimos por Seminyak. Es cierto que está menos saturada pero también había sufrido el implacable y desmedido crecimiento de los complejos turísticos. Muchos campos de arroz se habían vendido a los promotores inmobiliarios. Y nuestra joya de la corona, el chiringuito de playa “El Galego” había desaparecido. Sobre sus ruinas se iba a levantar un nuevo complejo de hoteles a pie de playa, que se sumaban a los dos nuevos que en nuestros años de ausencia se habían levantado ya. Recorríamos la costa de Seminyak y apenas la reconocíamos.
Decidimos no alquilar una moto, los taxis son tan baratos que nos compensaba. Visitamos Kuta y su nuevo centro comercial que compartía edificio con el moderno y recién inaugurado hotel Sheraton. Los callejones Poppies apenas habían cambiado pero la línea de playa había sufrido más modificaciones. En esta zona sobreexplotada ya no había sitio para más hoteles así que se estaban empezando a tirar edificios para levantar otros nuevos y por supuesto más altos. Todos este crecimiento sin control había taponado las torrenteras de desagüe a la playa así que en épocas de lluvias cada vez era más frecuente que las calles se inundaran.
Legian, se había convertido en un barrio de transición, menos masificado que Kuta pero más que Seminyak, quiere atraer al turismo “Banana Pancake” más propio e Kuta pero también con la construcción de nuevos hoteles a pie de playa quería apostar por un turismo de mayor poder adquisitivo. Un par de noche acudimos a este barrio para disfrutar de los bares gays. Su número había crecido aunque la discoteca había cerrado y se había trasladado a otra zona, aún así la marcha era considerable y pasamos un par de noches de lo más divertidas. Éramos perros viejos y eso lo notaban hasta los chaperos que ni tan siquiera se acercaban. Pero disfrutamos del ambiente, de las drag y hasta de un par de expatriados indios, con los que tomamos un par de cervezas, eso sí en la calle y compradas en un súper porque su poder adquisitivo no les permitía comprarlas en un bar.
Seminyak seguía siendo la zona más tranquila de las tres pero también la que mayor desarrollo urbanístico había sufrido. Nuestro hotel era de las opciones más baratas de la zona, lo que significaba que estaba un poco apartado, a 20´andando, de la playa. Era nuevo tenía una buena piscina y el desayuno buffet era abundante y variado, para nosotros una maravilla.
Pasamos bastantes mañana en la piscina del hotel y luego a la tarde cuando bajaba el sol tomábamos un taxi y nos desplazábamos a las distintas zonas.
Fueron días de tranquilidad y bastante ociosos, aunque nos llevamos la desagradable sensación de que no teníamos que haber vuelto y habernos quedado con el recuerdo que teníamos de Kuta.

lunes, 3 de diciembre de 2012

03. Ubud. (Bali)



Llevábamos más de mes y medio viajando y no había sido precisamente un viaje fácil, especialmente al inicio, así que estábamos cansados. No nos apetecía seguir levantándonos cada mañana y tener de tomar decisiones desde el principio, tener que negociar cada paso, tener que estar planificando cada nuevo destino. Necesitábamos días de relax, de viajar por zonas conocidas, que nos siguiera permitiendo disfrutar del viajar pero sin que supusiera un gran esfuerzo, estando cómodos por andar sobre sitios ya conocidos. Era momento de disfrutar de Bali.
Salir de Munduk y llegar a Ubud iba a ser bastante complicado y para nada barato porque íbamos a tener que hacer muchos transbordos, así que decidimos echarnos un largo y alquilar un taxi.
En poco más de dos horas estábamos en la Monkey forest. Chequeamos un par de alojamiento y finalmente nos decantamos de nuevo por el mismo hotel de la última vez que estuvimos en Ubud. Tenía una piscina maja, era ajustada de precio y las cabañas estaban rodeadas de un jardín tranquilo.
Pronto nos dimos cuenta de que Ubud había cambiado desde la última vez que la visitamos, o quizás también nosotros. El caso es que nos pareció saturada, demasiado turística y que soportaba un crecimiento desmedido. Los hoteles se ampliaban sin respetar ni las distancias ni las alturas, de tal forma que se perdía esa sensación de tranquilidad que se tenía en los alojamientos de Ubud. Ahora los hoteles estaban pegados unos a otros, los campos de arroz cada vez eran más pequeños y escasos…cada vez se parecía más a Kuta. El comercio también había cambiado. Las tiendas de arte y artesanía perdía la batalla frente a restaurantes y tiendas claramente dirigidas al turismo “banana pancake”. El tráfico había aumentado considerablemente y las caravanas en las calles principales de la ciudad eran una constante. El mercado local había sufrido una profunda transformación y se había ampliado. Ahora los puestos más tradicionales se habían perdido y el nuevo mercado no se diferenciaba de cualquier otro, demasiado occidental.
Pero Ubud seguía siendo un buen lugar para pasar unos días, y bastaba salir del centro, centro que cada vez era más grande, para encontrar zonas con menor presión turística.
Ya habíamos visitado los principales puntos turísticos de la zona así que dedicamos los días a pasear, ojear y visitar las tiendas de artesanos más alejados del centro. Gran parte del día también lo pasábamos disfrutando de la piscina y leyendo tumbados en las hamacas.
Nos sentíamos cómodos casi como en nuestra segunda casa.

domingo, 2 de diciembre de 2012

02. Munduk. (Bali)



Una de las principales razones de acudir a Munduk, aparte de huir de la masificación de la isla, es realizar caminatas de unas cuantas horas por las plantaciones visitando diversos pueblos y cascadas. En el hotel nos facilitan un mapa casero, pero muy útil, con el que decidimos hacer una excursión de un día. Primero acudimos a las terrazas de arroz que están siendo recogidos. Los lugareños se afanan en cortar las espigas que luego apilan en círculos con las semillas hacia el interior. El paseo es agradable. Los campos están llenos de espantapájaros muy originales y realistas aunque por cabeza tengan un coco con ojos y boca dibujada. Las mujeres que trabajan en el campo se dejan fotografiar. Los numerosos canales y los campos encharcados hacen que la humedad aumente considerablemente y con ello la sensación de calor, a pesar de encontrarnos a 1000m de altura. Dejamos atrás los campos de arroz para adentrarnos en las plantaciones de clavo que nos dan una agradable sombra. Se oye el murmullo de los riachuelos que discurren por doquier. Apenas nos cruzamos con gente por los senderos. Observamos que también se cultiva cacao y café. 



Poco a poco el día ha ido oscureciéndose y descarga una pequeña tormenta momento que aprovechamos para tomar un refrigerio y comprar algo de clavo. Parece que todos los turistas que hay en Munduk nos hayamos puesto de acuerdo para ir a la vez a la catarata Coral Red más conocida como la catarata de Munduk. Con más de 15m de altura y una gran caudal, esta cascada rompe sobre una poza de agua en la que es posible bañarse, aunque nosotros no lo hicimos pues la temperatura, después de la tormenta, no invitaba a ello.  Hicimos unas cuantas fotos y continuamos el camin hay otra cascada, la Melanting que es la mayor de la isla de Bali. Para llegar a ella tuvimos que descender más de 400 escalones, hasta lo más profundo de la garganta. Afortunadamente para volver a Munduk parte del camino se hace por un sendero que asciende paulatinamente por la ladera de la montaña, aunque eso no quita para que sea una camino fatigoso. Pero la frondosidad del valle lo hace más llevadero. Por el camino compramos algunos granos de cacao puro. Bajo el ruido atronador de la tormenta, que de nuevo se está formando, llegamos justo al hotel cuando empieza a descargar el agua.

sábado, 1 de diciembre de 2012

01. Munduk. (Bali)


Tras desayunar en la habitación nos ponemos al pie de la carretera a la espera de un transporte. Gortxu se ha fabricado un cartel donde se lee “Munduk” para hacer autoestop. Pero no tenemos mucho éxito. La niebla aún no se ha decidido a abandonar las cumbres de las montañas que rodean a Pancasari pero el sol comienza a calentar con fuerza. Tras varios ofrecimientos de “ojek” ninguno por debajo de los 50.000 nos recomiendan que nos acerquemos al mercado y allí quizás tengamos más suerte con algún camión. Mientras esperamos se acercan otras dos motos. Nos ofertan el traslado por 40.000rp/p nosotros lo rebajamos a 30.000, aceptan y nos subimos a las motos. Los menos de 20km que nos separan de Munduk es una sucesión de subidas y bajadas por una estrecha carretera que separa ambas calderas de sendos antiguos y extintos volcanes. La de la izquierda donde se sienta Pancasari y la de la derecha que desciende hasta la costa norte de la isla. Desde aquí también se tiene una vista privilegiada de los lagos que ocupan las depresiones de las calderas, el lago Buyan y el lago Tamblingan.
El pueblo se asienta a ambos lados de una carretera de montaña a lo largo de un par de kilómetros. Hay evidencias arqueológicas de una comunidad desarrollada que habitó en la región de Munduk entre los siglos X y XIV, y explicaciones sobre los primeros emisarios Mjapahit, pueblo pre-indonesio de java oriental, que visitaron la zona. Cuando los holandeses tomaron el control del norte de Bali, en la década de 1890, experimentaron con cultivos comerciales y establecieron plantaciones de café, vainilla, clavo y cacao. Aunque son muy pocos los edificios coloniales que se conservan en Munduk, se puede ver alguno en el oeste del pueblo. Vivir aquí tiene que ser duro si no dispones de moto porque es una continúa y empinada cuesta. Tras alojarnos en el Puri Sunny, en una nueva y bonita cabaña con balcón al valle por 200.000rp sin desayuno, damos un paseo por el pueblo que no tiene mucho que ver y que resulta un poco incómodo porque ha de realizarse por la carretera principal que está llena de tráfico. En cualquier caso las vistas son bonitas. Entre las plantaciones de árboles se extienden terrazas onduladas de campos de arroz. A lo largo del día el calor condensa las nubes que poco a poco van ganando terreno en el cielo despejado. Las nubes van oscureciéndose al cargarse de humedad, así que decidimos retornar al hotel y dar por finalizado nuestro paseo. No pudimos tomar mejor decisión porque al rato de estar en el hotel comienza un aguacero que dura varias horas. Afortunadamente desde la protección de nuestra cabaña la lluvia se ve con ojos romanticones.

viernes, 30 de noviembre de 2012

30. Pancasari. (Bali)


Aunque nos hubiéramos quedado más días en nuestro superlujoso alojamiento somos conscientes de que el viaje debe continuar. Por la mañana hasta las 12 del mediodía estamos en la piscina. Luego recogemos y esperamos a pie de carretera a que pase un transporte. Nuestra intención es ir al interior de la isla, a las montañas, pero no sabemos muy bien cómo hacerlo. Tomamos un bemo que nos lleva a Singaraja que nos quiere cobrar 50.000 a cada uno, protestamos y pagamos 40.000, aun así creemos que no deberíamos haber pagado más de 30.000, pero la culpa nuestra por no preguntar. Singaraja tiene dos terminales principales de autobús así que tomamos otro bemo que por 6000rupias nos traslada. De nuevo tomamos un bemo hasta Pancasari. Pagamos 25.000 rupias, estamos seguros de que es más barato, pero son ya casi las 4 de la tarde y no hay muchas opciones. Una vez en Pancasari es demasiado tarde para coger un bemo hasta Munduk, que además de por sí son más bien escasos, y las motos que se ofrecen a llevarnos nos piden al principio 100.000 rupias a cada uno, y no lo bajan de los 60.000. Finalmente decidimos quedarnos a dormir en Pancasari y ver al día siguiente cómo nos las compondremos. Total, apenas quedan unas horas de luz.. Nos hospedamos en el Hotel Pancasari, un alojamiento decadente que tuvo su momento de esplendor allá por los años 80, pero que hoy está casi abandonado. En cualquier caso aunque las habitaciones están raídas son limpias, muy grandes y pagamos 200.000. Somos los únicos huéspedes. Da un poco miedo.
Al atardecer las nubes cubren las montañas. La temperatura es fresca pero no fría. La zona se dedica principalmente al cultivo de la fresa. Paseamos por los alrededores. Los pueblos son dispersos pero muy agradables. Las vistas son también muy bonitas. Nos hallamos en el centro de una enorme caldera volcánica ya extinta. Comemos en los puestos del mercado. El paseo, la tranquilidad del pueblo y la cena nos levantan el ánimo.