domingo, 2 de diciembre de 2012

02. Munduk. (Bali)



Una de las principales razones de acudir a Munduk, aparte de huir de la masificación de la isla, es realizar caminatas de unas cuantas horas por las plantaciones visitando diversos pueblos y cascadas. En el hotel nos facilitan un mapa casero, pero muy útil, con el que decidimos hacer una excursión de un día. Primero acudimos a las terrazas de arroz que están siendo recogidos. Los lugareños se afanan en cortar las espigas que luego apilan en círculos con las semillas hacia el interior. El paseo es agradable. Los campos están llenos de espantapájaros muy originales y realistas aunque por cabeza tengan un coco con ojos y boca dibujada. Las mujeres que trabajan en el campo se dejan fotografiar. Los numerosos canales y los campos encharcados hacen que la humedad aumente considerablemente y con ello la sensación de calor, a pesar de encontrarnos a 1000m de altura. Dejamos atrás los campos de arroz para adentrarnos en las plantaciones de clavo que nos dan una agradable sombra. Se oye el murmullo de los riachuelos que discurren por doquier. Apenas nos cruzamos con gente por los senderos. Observamos que también se cultiva cacao y café. 



Poco a poco el día ha ido oscureciéndose y descarga una pequeña tormenta momento que aprovechamos para tomar un refrigerio y comprar algo de clavo. Parece que todos los turistas que hay en Munduk nos hayamos puesto de acuerdo para ir a la vez a la catarata Coral Red más conocida como la catarata de Munduk. Con más de 15m de altura y una gran caudal, esta cascada rompe sobre una poza de agua en la que es posible bañarse, aunque nosotros no lo hicimos pues la temperatura, después de la tormenta, no invitaba a ello.  Hicimos unas cuantas fotos y continuamos el camin hay otra cascada, la Melanting que es la mayor de la isla de Bali. Para llegar a ella tuvimos que descender más de 400 escalones, hasta lo más profundo de la garganta. Afortunadamente para volver a Munduk parte del camino se hace por un sendero que asciende paulatinamente por la ladera de la montaña, aunque eso no quita para que sea una camino fatigoso. Pero la frondosidad del valle lo hace más llevadero. Por el camino compramos algunos granos de cacao puro. Bajo el ruido atronador de la tormenta, que de nuevo se está formando, llegamos justo al hotel cuando empieza a descargar el agua.

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