Queríamos
huir de la sobresaturada Kuta y nos decidimos por Seminyak. Es cierto que está
menos saturada pero también había sufrido el implacable y desmedido crecimiento
de los complejos turísticos. Muchos campos de arroz se habían vendido a los
promotores inmobiliarios. Y nuestra joya de la corona, el chiringuito de playa
“El Galego” había desaparecido. Sobre sus ruinas se iba a levantar un nuevo
complejo de hoteles a pie de playa, que se sumaban a los dos nuevos que en
nuestros años de ausencia se habían levantado ya. Recorríamos la costa de Seminyak
y apenas la reconocíamos.
Decidimos
no alquilar una moto, los taxis son tan baratos que nos compensaba. Visitamos
Kuta y su nuevo centro comercial que compartía edificio con el moderno y recién
inaugurado hotel Sheraton. Los callejones Poppies apenas habían cambiado pero
la línea de playa había sufrido más modificaciones. En esta zona sobreexplotada
ya no había sitio para más hoteles así que se estaban empezando a tirar
edificios para levantar otros nuevos y por supuesto más altos. Todos este
crecimiento sin control había taponado las torrenteras de desagüe a la playa
así que en épocas de lluvias cada vez era más frecuente que las calles se
inundaran.
Legian, se
había convertido en un barrio de transición, menos masificado que Kuta pero más
que Seminyak, quiere atraer al turismo “Banana Pancake” más propio e Kuta pero
también con la construcción de nuevos hoteles a pie de playa quería apostar por
un turismo de mayor poder adquisitivo. Un par de noche acudimos a este barrio
para disfrutar de los bares gays. Su número había crecido aunque la discoteca
había cerrado y se había trasladado a otra zona, aún así la marcha era
considerable y pasamos un par de noches de lo más divertidas. Éramos perros
viejos y eso lo notaban hasta los chaperos que ni tan siquiera se acercaban. Pero
disfrutamos del ambiente, de las drag y hasta de un par de expatriados indios,
con los que tomamos un par de cervezas, eso sí en la calle y compradas en un
súper porque su poder adquisitivo no les permitía comprarlas en un bar.
Seminyak
seguía siendo la zona más tranquila de las tres pero también la que mayor
desarrollo urbanístico había sufrido. Nuestro hotel era de las opciones más
baratas de la zona, lo que significaba que estaba un poco apartado, a
20´andando, de la playa. Era nuevo tenía una buena piscina y el desayuno buffet
era abundante y variado, para nosotros una maravilla.
Pasamos
bastantes mañana en la piscina del hotel y luego a la tarde cuando bajaba el
sol tomábamos un taxi y nos desplazábamos a las distintas zonas.
Fueron días
de tranquilidad y bastante ociosos, aunque nos llevamos la desagradable
sensación de que no teníamos que haber vuelto y habernos quedado con el
recuerdo que teníamos de Kuta.
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