viernes, 30 de septiembre de 2011

30. Tha Kahek



A las ocho de la mañana un tuk-tuk nos acerca a la estación de autobuses. Su frase de despedida es premonitoria. El autobús VIP que tiene prevista su salida a la ocho y media se suspende por falta de “quórum”. Tenemos que esperar al siguiente bus local que sale a las diez y  media.
El “bus local” no es otro sino el mismo “autobús VIP” de las 8:30, así que la calificación de VIP no viene dada por las comodidades del autobús sino por el público al que va dirigido, en este caso a los extranjeros. Porque bien es sabido que el laosiano no es hombre de mucho trabajo y menos de madrugar.
A las 10:30 el “autobús local con aire acondicionado” parte hacia Pakse. En teoría son seis horas de viaje. Todos sabemos que serán más.
El aire acondicionado es suficientemente potente como para climatizar el bus. El tiempo nublado ayuda a ello.
La ruta 13 es la mejor carretera por la que hemos circulado en Laos. Bien asfaltada el trazado es muy recto. Ideal para cogerse el bus nocturno en Vientián y no como nosotros que nos vamos a hacer en dos días 16h de autobús diurno.
El paisaje es ahora mucho más llano. Los cultivos se reparten entre campos de arroz y bosques de látex. De vez en cuando la carretera discurre paralela al río Mekong. Al otro lado está Tailandia.
La carretera es monótona y sólo gana vida cuando entra en los pueblos. Algunos no son más que sencillas aldeas de casas de madera con tejados de paja y calles embarradas por las que pululan con absoluta libertad los animales. Como si el arca de Noé hubiese decidido abrir sus puertas allí mismo.
Cuando el autobús para, una avalancha de vendedores ambulantes inundad el vehículo con toda clase de alimentos. Desde el típico pollo a la parrilla hasta los más exóticos ciervos volantes ensartados como pinchos morunos. Menos mal que tenemos unas manzanas chinas.
Pasan las horas. Una y otra vez nos ponen el mismo cd-karaoke pirata porque es el único que reconoce el lector. Como vea al cantante en Bangkok le rompo los dientes. Todas y cada una de las canciones va acompañada de un video clip que de pueriles que son llegan a la ridiculez. La primera vez nos hace gracia, la segunda nos entretiene, la tercera nos mosquea y después de cuatro veces empezamos a maquinar como quemar el cd sin que el conductor se dé cuenta.
Paramos en Savannakhet. “Una hora” nos dicen antes de bajar del autobús, y que se transforma en media hora cuando estamos abajo y en quince minutos mientras comemos. Tenemos que pedir que nos envasen la comida para llevar y tomarla en el bus: “Live stile of Laos”
La noche se va echando encima...y vamos por las siete horas. Ahora el conductor tiene más prisa y apenas si detiene el autobús para que se bajen los pasajeros. ¡Y por la mañana ha estado perdiendo el tiempo en cada parada!
Y tras ocho horas de viaje llegamos a Pakse con noche cerrada. Afortunadamente el autobús nos deja muy cerca del centro de la ciudad. Tomamos un tuk-tuk y comparamos varios alojamientos.
Damos un pequeño paseo por la ciudad que no tiene nada interesante y tras cenar nos vamos a la cama. Mañana será un día muy duro.

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