lunes, 3 de octubre de 2011

03. Paksong



Casi al amanecer abandonamos nuestro refugio y de nuevo nos ponemos en la carretera para cubrir los 50km que nos separan de Pakse.
Junto a esta carretera se encuentran las cascadas más interesantes de la zona.
Nuestra primera parada es en la cascada Tat Yuang. Aún es primera hora y los grupos de turistas no han llegado así que disfrutamos de ella en soledad. El acceso a la cascada se hace por la zona alta. En las pequeñas islas que forma el río antes de precipitarse al vacío hay una pequeña zona de picnic con bancos y mesas. El sol ilumina a través de las nubes y crea un hermoso arco iris sobre la cascada. Descendemos por un empinado camino hasta la base de la cascada. El 2010 fue un año seco pero este está siendo especialmente lluvioso. La cascada se precipita desde una altura de 30 metros con una fuerza descomunal. Una nube de vapor de agua surge del fondo y empapa toda la vegetación circundante que danza locamente. La llegada del primer grupo de turistas tailandeses nos avisa de que ha llegado el momento de marchar.
En la entrada de las cascadas hay una plantación de café gestionada por un expatriado que tras vivir en Francia durante muchos años como contable, decidió volver a su tierra y hacerse cargo de la plantación. Aunque sus conocimientos sobre el mundo del café no fueran muy amplios tenía tiempo y dinero. El amable jubilado además de ofrecer una coqueta y moderna cafetería se presta a recorrer su plantación con todo aquel que lo solicite de forma gratuita y nosotros así lo hacemos.
Pero nuestra excursión debemos posponerla un buen rato mientras el dios de la lluvia decide hacer acto de presencia y sentarse a nuestro lado. Durante una hora, y mientras tomamos una taza de té, hablamos con él sobre lo divino y lo humano. Él tiene una larga vida que contar y nosotros tiempo.
Repasamos su vida en Francia, la muerte de su mujer, el retorno a su hogar y su nuevo matrimonio, los negocios del café....pero también nos da tiempo para hablar de la vida, del dinero, de la amistad y del amor. Y por supuesto del café.
Tras la lluvia recorremos la plantación. Mientras nos explica las diferencias entre las variedades robusta, arábiga e inglesa, no desaprovecha cualquier oportunidad para arrancar hojas de las plantas que nos encontramos y nos la da a probar mientras recita su nombre en inglés y lao, y sus propiedades culinarias y a veces también medicinales. Entre los arbustos de café mascando hojas, más parecemos vacas de dos patas que viajeros.
La lección de agricultura y botánica es más que interesante pero nuestro viaje debe continuar. Ojala tenga suerte y viva su vida como quiere hacerlo. Entre cafetales y con tranquilidad.
Llegamos a la cascada más alta de la zona, la Tad Fan. Una doble cascada que se precipita desde más de 100m de altura al fondo de un barranco tan inaccesible que solo es posible verla desde la lejanía.
En nuestro camino a Pakse un nuevo control policial. Esta vez no nos lo podemos saltar. El agente nos saluda. Comprueba que los intermitentes funcionen, así como las luces. Se rasca la cabeza bajo su gorra. No se le ocurre nada por lo que multarnos. Nos deja continuar Su extra deberá esperar. Si la policía fuera igual de diligente con sus conciudadanos….
Antes de entregar las motos visitamos un templo a las afueras de la ciudad. Unos monjes acuden a hablar con nosotros. No saben dónde está España pero sí que ganó el último Mundial y que su campeonato de fútbol de llama “La Liga”.
Entregamos las motos y nos vamos a cenar. Nuestro viaje continúa pero mañana abandonamos Laos.

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