Sihanoukville es el destino playero de Camboya por excelencia. La ciudad es muy amplia y dispersa. Las diferentes áreas de la costa se han especializado en un tipo de turismo por lo que la oferta es muy amplia. Desde la más barata y alternativa costa de Otres Beach hasta la más exclusiva playa de Victory Beach en Sihanouville hay sitio para todo el mundo, salvo para los que huyan de éste. Efectivamente, la ciudad es demasiado turística y encontrar un trozo de playa libre de construcción o de la ruta “banana pancake” es harto difícil.
Cubrimos la distancia que separa Kampot y Sihanouville en
una monovolumen ya que no hay servicio discrecional de autobús. El viaje es
relativamente cómodo salvo por un cuarteto de italianos que creen que la
monovolumen en un taxi privado a su servicio.
Nuestra intención es pasar unos días en alguna de las islas
que hay frente a la costa de la ciudad. El mejor punto para organizarlo es la
playa de Serendipity. Decidimos alojarnos frente a la costa. Mala elección pues
lo precios del alojamiento se dispara y la calidad disminuye drásticamente.
Pero decidimos quedarnos ya que solo será una noche y no queremos cargar con
las mochilas de un lado para otro.
Toda la playa está absolutamente urbanizada. Los hoteles no
han respetado la línea de costa y cuando
sube la marea las olas lamen las patas de las hamacas lo que hace
imposible pasear por ella. Tan solo su parte más septentrional está
libre....temporalmente, pues nuestro amigo Sok Kong ha comprado la zona,
incluyendo la playa, para construir un complejo hotelero de lujo y exclusivo.
La playa está bastante concurrida. Los “guiris” se relajan
bien en las tumbonas bien en las terrazas degustando cerveza barata. Los
lugareños cargados de mercancía intentan colocársela a los relajados,
desprevenidos y a veces algo alcoholizados turistas. Típica estampa de una
playa del sudeste asiático. No hay forma de escapar y ya lo dice el saber
popular: “si no puedes con el enemigo únete a él”. Eso hacemos. Nos sentamos en
una de las múltiples terrazas refrescándonos el gaznate con cerveza fría y nos
entretenemos observando el devenir de la gente. Poco a poco el sol va
descendiendo sobre el horizonte y la temperatura templa. Nos sentamos en la
poca arena que hay libre para ver el ocaso. Una vendedora ambulante nos ofrece
una docena de cigalas asadas. Posiblemente lleven milenios asadas y ensartadas
en los palos. Y aunque su color exterior sea llamativo tienen un aspecto
reseco. De todas formas el precio es ridículo y la cara de la señora nos
termina por ablandar y le compramos una docena. Nos lo prepara allí mismo y las
embadurna en una salsa, con la buena intención de hacerlas más jugosas. Pero ni
por esas. La carne de las cigalas está reseca y el sabor...pues el de la salsa.
Pero, ¿Acaso nos podemos quejar?. Mirando al horizonte sabemos que no.
Ninguno de los locales que bordean la playa ni los de la
carretera de acceso nos invitan a cenar. Demasiado turísticos. Optamos por el
mercado nocturno cerca de Golden Circle.
El menú es tan poco tentador como llamativo. Al típico curry
de pollo o tocino se añaden los grillos fritos, las serpientes asadas o las
vísceras de origen desconocido. Pedimos una ración de orugas, otra de
cucarachas, un par de serpientes ensartadas y algo que salve la cena;
arroz, pollo y cangrejo.
El festín como no puede ser de otra manera es un desastre.
Las orugas tienen un sabor demasiado fuerte y una textura harinosa
desagradable. Ya lo sabíamos por otras ocasiones pero había que intentarlo de
nuevo. Respecto a las cucarachas nos cuesta cogerle el truquillo. Pero con la
ayuda de una familia local llegamos a discernir que partes son comestibles,
casi todas, y cuales no.
A mitad de la cena una mujer con sus cuatro hijos comienza a
rondar las mesas. Tienen un aspecto mísero y los críos semidesnudos piden entre
las mesas. No son las cucarachas, ni las larvas lo que nos revuelven las tripas
sino la pobreza. No podemos continuar comiendo mientras ellos nos miran. Quizás
sea su táctica o quizás verdadera necesidad. No podemos ayudar a todos pero sí
a estos. Les permitimos que metan toda la comida en bolsas. Nosotros ya
cenaremos otro día. Ellos lo harán hoy.
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