Dedicamos el día a vaguear y descansar en torno a la piscina
del hotel hasta que a media tarde una tormenta nos obliga a refugiarnos en la
habitación.
Ya de noche salimos a cenar. Yo un arroz soso y Gortxu una
barbacoa. Nos decidimos por los restaurantes que están en la calle paralela a
la playa, más baratos y más tranquilos que los chiringuitos de playa. Elegimos
bien. Nos gusta la comida. Mañana quizás volvamos al mismo sitio.
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