domingo, 16 de octubre de 2011

16. Koh Rung


Hoy vamos a bucear. Hace un año que no hacemos ninguna inmersión pero es como andar en bici; nunca se olvida. Los instructores no son especialmente habladores y eso que el nuestro, de origen francés, es más enrollado.
La primera inmersión sobre un arrecife se ve empañada por un error de novatos. Con el ajetreo y los nervios, a ambos se nos olvida limpiar las gafas por lo que la visibilidad una vez en el fondo es reducida. Gortxu además tiene las gafas muy prietas y no logra ajustárselas. A media inmersión conseguimos limpiarlas y disfrutamos del fondo marino. La variedad de corales duros y blandos es importante y aunque ninguna formación alcanza tamaños considerables la mezcolanza de colores y texturas lo convierten en un bello fondo. La vida marina no es muy abundante y la mayoría de los peces son de tamaño pequeño. En compensación el lugar está lleno de gusanos, pepinos de mar y de pólipos de árboles de navidad, que a la mayoría de buceadores no les llama la atención, pero que a nosotros nos encanta observar. Abundan también los erizos. Menos frecuentes son las estrellas de mar y las anémonas con sus siempre fieles y defensores peces payaso. Pero son los colores del coral lo que más nos llama la atención así como sus excéntricas  y a veces imposibles formas.
La inmersión dura una hora y como no hemos alcanzado más de 14m de profundidad salimos con medio tanque lleno. No importa. Empezábamos a tener frío y la inmersión había sido interesante.
Retornamos al puerto para comer mientras eliminamos el exceso de nitrógeno de nuestros cuerpos. Nos sentamos junto a un matrimonio de australianos, con los que habíamos intercambiado unas palabras el día anterior en el hotel. A ella se le entiende bastante bien, a su marido ni con subtítulos. Afortunadamente su mujer se presta en la mayoría de las ocasiones para traducirle a un inglés “más académico”. Conversamos de lo que buenamente podemos; el buceo, los viajes, la isla, el país...pero cuando interviene una inglesa y la conversación se desvía hacia los respectivos empleos y la economía mundial nos perdemos e intentamos asentir, sonreír y negar cuando corresponde. Pero es como una lotería y la mayoría de las veces no acertamos así que disimuladamente metemos nuestras cabezas en el plato de curry y engullimos como si en el fondo del plato nos esperase “El Dorado”.
La segunda inmersión la hacemos cerca de la isla Pagoda. Esta vez nos aseguramos que las gafas estén bien limpias. Descendemos sobre un banco de arena y poco a poco van surgiendo diminutas islas de coral. Muy pocas al principio. Pero al final se convierte en otro buen arrecife. Aquí el coral no es tan prolífico ni variado pero en contrapartida la vida marina es mayor: un enorme pez globo intentaba pasar desapercibido sobre el fondo marino. Baldío intento viendo su tamaño. También vemos abundantes nudibranquios siempre tan esquivos como bellos. Con colores llenos de vida como el naranja, el violeta, el azul, el rojo son pequeñas joyas que brillan engarzadas en los corales.
No faltan a la cita una veloz sepia que en cuanto nos ve se funde con el fondo mientras fuga con gran velocidad. Ni una pareja de cangrejos, ni un pez escorpión, ni un pez caja, ni el pez ángel, ni los begihaundis...y otros muchos de cuyos nombres no nos acordamos.
Pasamos por unas termoclimas que parecen amigas de la inquisición, pues nos hacen sufrir con sus contrastes de frío y calor. Rodeamos el arrecife del derecho y del revés. Llevamos 70´ y el instructor quiere subir. Para nosotros también es suficiente aunque dispongamos de medio tanque de aire.
Tras despedirnos de los australianos que se van es misma tarde nos dirigimos a la playa a descansar. Pero las moscas de la arena nos acribillan y en poco menos de media hora estamos llenos de sus molestas picaduras así que subimos a la cabaña a continuar leyendo en la terraza del bungalow.
Yo comienzo a notar cierto cansancio y dolor muscular que primeramente atribuyo al ejercicio del buceo. Pero pronto comienzan los calambres en las articulaciones y poco a poco me voy sintiendo peor. Se lo que significa. Voy a tener fiebre.
Cenamos en el Monkey Bungalows pero no nos gusta. La comida no está buena y la música demasiado alta. Una vez en la cama comienzo con escalofríos y en pocos minutos estoy ardiendo. La cabeza me duele parece me va a estallar y me duele todo el cuerpo. Pero no sabemos cuál puede ser el foco. No me duele la garganta, ni tengo tos, ni siquiera mal el estómago ni diarrea. Me tomo una aspirina e intento dormir.

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