La
diferencia de precio entre la primera clase y la segunda clase en el Rocket
Steam era grande, pero estaba justificado. El camarote de primera clase era el
doble de grande, estaba cubierto de madera si repintar, los camastros eran
infinitamente más cómodos, poseía televisión y lavabo dentro, además del
bendito aire acondicionado. Todos los camarotes de primera clase se comunicaban
con una sala común dónde se comía o simplemente se estaba. Lo cierto es que
nosotros sólo hicimos uso del camarote pues ya era tarde y estábamos cansados.
A la mañana
siguiente, después de un sueño reparador nos despertamos al alba. Aún quedaban
unas cuantas horas para arribar al puerto de Dhaka. Lo que menos nos gustaba de
la primera clase es que una puerta cerrada nos separaba del resto del barco.
Teníamos, eso sí, acceso exclusivo a la parte alta de la proa pero hasta que no
abrieran las puertas no podíamos bajar al resto del barco. Posiblemente
cerraran la puerta por la noche por motivos de seguridad pero no nos gustaba.
Nos sentamos en cubierta para disfrutar del paisaje. Una profunda niebla cubría
el río. Era agradable estar en proa sintiendo el aire fresco en la cara. No estábamos
solos en el agua. Una comitiva de barcos cargueros nos custodiaban. Cada cual
más destartalado y sobretodo cada cual mas sobrecargado. Algunos de ellos
incluso parcialmente hundidos, sus tripulantes debían achicar constantemente
agua. La gran mayoría de ellos llevan lodo para abastecer a las miles de
fábricas de ladrillos que se asientan en los suburbios de Dhaka.
La capital
de Bangladesh está en pleno boom de la construcción, no en vano Dhaka es la
capital de más rápido crecimiento del mundo. Cada día se necesitan millones de
ladrillos, y para cubrir la demanda se han levantado miles de fábricas de
ladrillos en los alrededores de Dhaka. Se calcula que 2.000 fábricas legales y
otras 6.000 ilegales fabrican cada día millones de ladrillos, y aún más toneladas
de polución, que agravan, la ya de por sí crítica, contaminación de la capital.
Estas fábricas solo operan durante cinco meses al año, el resto del tiempo
están cerradas debido al monzón, ya que al mojarse los hornos estos son muy
ineficientes.
Durante estos meses en las fábricas se trabaja a destajo. Miles de familias dependen de éste sector y durante el corto periodo de funcionamiento las familias deben sacar el máximo partido económico para vivir el resto del año. Esto supone jornadas maratonianas y por supuesto que todos y cada uno de los miembros de las familias colaboran en la fábrica, niños incluidos. Comienzan a las 9 de la mañana y no paran hasta el anochecer a las 6 de la tarde. Cada uno recibe un salario de 8€ al mes. Las condiciones laborales son terribles y están expuestos a los accidentes, problemas respiratorios y otras enfermedades. Pero no hay opción ya que más del 45% de la población en Bangladesh se encuentra por debajo del umbral de la probreza.
Durante estos meses en las fábricas se trabaja a destajo. Miles de familias dependen de éste sector y durante el corto periodo de funcionamiento las familias deben sacar el máximo partido económico para vivir el resto del año. Esto supone jornadas maratonianas y por supuesto que todos y cada uno de los miembros de las familias colaboran en la fábrica, niños incluidos. Comienzan a las 9 de la mañana y no paran hasta el anochecer a las 6 de la tarde. Cada uno recibe un salario de 8€ al mes. Las condiciones laborales son terribles y están expuestos a los accidentes, problemas respiratorios y otras enfermedades. Pero no hay opción ya que más del 45% de la población en Bangladesh se encuentra por debajo del umbral de la probreza.
Desde
cubierta vemos infinidad de altas chimeneas que señalan con exactitud la
ubicación de cada fábrica. Al principio intentamos contarles pero es
sencillamente imposible pues se pierde en el horizonte.
Una vez en
Dhaka nos dejamos arrastrar por la marabunta hacia el exterior del puerto.
Tomamos un rickshaw, después de negociar duramente el precio, y nos dirigimos
al mismo hotel del inicio del viaje. No es cómodo, ni limpio, ni sus empleados
son amables pero su precio se ajusta a nuestro presupuesto y lo que es aún más
triste; pagar más en los hoteles cercanos no significaría unas mejores
condiciones.
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