domingo, 18 de noviembre de 2012

18. Ai (Islas Banda. Molucas)



Se inaugura una mezquita en la cercana isla de Ai, todo un acontecimiento y para celebrarlo han organizado una fiesta. De todas las islas de alrededor vienen barcas llenas de lugareños dispuestos a disfrutar del evento, nosotros también. Al desembarcar nos recibe la autoridad de la isla y nos da la bienvenida. En el arco de entrada de la ciudad, decorada para el evento, un grupo de música toca instrumentos tradicionales. La música nos recuerda a los ritmos centroasiáticos árabes. A las mujeres les prenden en sus camisetas unos sencillos broches con forma de flor. Todas las casas del pueblo están abiertas de par en par como símbolo de hospitalidad. Hemos sido afortunados pues entre los distintos actos de celebración se ha programada la danza cakalele que habitualmente no se realiza y por la que se debe pagar hasta 6.000.000 de rupias si alguien desea verla. Dos grupos de danzas recorren durante toda la mañana las distintas calles del pueblo.
El Cakalele es una danza tradicional de las Molucas, ejecutada por unos 30 hombres y mujeres. Esta danza se lleva a cabo de vez en cuando para dar la bienvenida al invitado de honor que venga a Maluku. Se remonta a la época de ocupación portuguesa, algunos dicen que incluso antes, y se realiza bien para honrar a los antepasados,  bien para recibir a las principales autoridades del país. Los bailarines-guerreros de Cakalele llevaban una armadura que está dominado por los colores rojo y amarillo. En las manos llevan sendas armas; un machete en la derecha  y un escudo (salawaku) en la izquierda. También llevaba un casco de metal de clara influencia portuguesa, decorado con plumas de gallina o aves. Por su parte las bailarinas se visten con ropas tradicionales blancas, portando entre sus manos el LEnso; un pañuelo blanco símbolo de pureza. Las bailarinas van de dos en dos y se acompañan del tambor tradicional, flauta. La simbología de esta danza radica en tres elementos. La ropa roja del traje de bailarín, es símbolo de un sentimiento de heroísmo en las Molucas, del valor y el patriotismo de la Molucas, frente a la guerra. La espada en la mano derecha simboliza la dignidad de las Molucas que debe mantenerse hasta la muerte. El escudo (salawaku) y los gritos durante la danza es símbolo del movimiento de protesta contra el sistema de gobierno que se considera imparcial a la comunidad. En la danza se portan unas largas varas de bambú decoradas que simbolizan a la población de las Molucas masacradas por los invasores europeos y la flor que los guerreros portan en la boca es la promesa de silencio que la población local estableció como homenaje a estas víctimas.
Durante toda la mañana se representa la danza una y otra vez en todas las calles del pueblo y frente a todas las delegaciones de las islas que han ido llegando. Decenas de personas se agolpan en las calles para presenciar las representaciones. Al mediodía se comienza a repartir raciones de comida gratis entre todos los asistentes, nosotros nos unimos. Un menú sencillo de arroz y pollo que nos sirve para quitar el gusanillo y enfrentarnos a la larga y aburrida ceremonia de inauguración de mezquita. No nos deja de sorprender que en una región principalmente católica como las Molucas se organicen tales fastos, porque esta fiesta para una comunidad pobre como las Molucas representa un despilfarro, para festejar la inauguración de una mezquita. El poder institucional está en manos musulmanas y está clara cuál es la política del gobierno Indonesio.
Frente a la mezquita y bajo la sombra de una carpa improvisada se sientan las principales figuras políticas de la zona, entre ellas la princesa de las Banda. Comienzan los ya de por sí aburridos discursos políticos, así que en un idioma que no conoces se hacen insufribles. Aprovechamos para visitar las pocas ruinas del fuerte que se levantó en el centro de la isla por parte de los holandeses. La isla de Ai es un claro ejemplo del sufrimiento que los poderosos causan sobre los más débiles. En el siglo XVII los holandeses en su empeño de dominar el comercio de la nuez moscada no cesaban de instigar y atacar a los habitantes de Ai. Los ingleses que merodeaban por allí decidieron ayudar a la población locla y los instruyeron en las artes de la guerra. Su intención no era ni de lejos ayudar a la población más débil sino intentar fastidiar a sus enemigos, los holandeses, que por aquel entonces dominaban aquellas aguas. 
Cuando los holandeses volvieron a atacar se llevaron una desagradable sorpresa y de paso numerosas bajas. Un año más tarde los holandeses se presentaron de nuevo frente a las costas de Ai clamando venganza. Una pequeña flota británica apareció en ese preciso momento para hacerles frente.  Los lugareños se las veían felices pero las dos grandes potencias en vez de luchar entre sí se sentaron para tomar un té, ¡demasiado “british”!.  Llegaro así a un acuerdo por el que los holandeses cedían a los británicos los derechos nominales del comercio de la cercana isla de Run. Con este pacto los británicos se marcharon de Ai sin mirar atrás. Cuando volvieron Ai había sido masacrada por los holandeses, pero poco les importaba a los británicos que habían conseguido poner una pica en Flandes…..buen en Run.
Después de visitar las ruinas del fuerte volvemos a refugiarnos del fuerte sol bajo la carpa, justa recompensa por seguir oyendo las chapas de los políticos, cargos políticos, por otra parte que han sido designados a dedo desde Jakarta. Frente a ellos un grupo de seis jóvenes mujeres preceden al trasladar el finial, símbolo decorativo musulmán que se colocará en el punto más alto de la mezquita.
El preciado objeto de devoción se encuentra dentro de un cubo negro  cubierto por un paño de hilo blanco a modo de pirámide. Cuatro jóvenes sustentan el palanquín. Tras el último discurso político, el del gobernador de las islas, un indonesio que ni es tan siquiera es de las islas, se ejecuta una última representación de las danzas. Se procede a la colocación del finial. Para facilitar la tarea han colocado una gran escalera de bambú. Al compás de un coro de niñas el palanquín con la caja que lo contiene es trasladado desde el suelo hasta la cima pasando de mano en mano a través de la cadena de voluntarios que se sitúa en la escalera. La ceremonia es larga y el intenso calor provoca que un par de voluntarios se desmayen y tengan que ser sacados en volandas. Nosotros también deseamos que la ceremonia acabe cuanto antes porque empezamos a notar como nuestros cerebros se achicharran.
Finalizada la ceremonia tomamos el barco para ir a la cercana isla de Run y hacer un poco de submarinismo de superficie. Agradecimos la inmersión. El coral era también muy bueno auqnue no llegaba ala espectacularidad del de Hatta.
 
Tras la devastación por parte de los holandeses de la islas de Ai en 1616, los británicos se atrincheraron en la isla de Run y levantaron en su centro un fuerte del que ya no queda nada. La isla de Run es pequeña, con una insolación terrible y sin una gota de agua dulce. Sin embargo, los británicos orgullosos permanecieron en aquella isla luchando desesperadamente contra el hostigamiento continuo de los holandeses. Pero finamente se dieron cuenta de que aquel empecinamiento por mantener la soberanía británica sobre la diminuta isla era absurdo. Así que en 1667 decidieron canjear  Run por una isla que los holandeses tenían en Norteamérica, y que se llamó más tarde Manhattan.



Tras comer a la sombra y echar una minisiesta volvimos a sumergirnos antes de retornar al Bandaneira. Cuando volvimos a pasar por Ai una barca de guerreros salió a recibirnos y nos deleitó con una regata “kora kora” a nuestra vera. Los remeros impregnaron a sus paladas un ritmo endiablado a la vez que rítmico consiguiendo que la larga balsa fuese a una velocidad considerable. Pero nuestra lancha a motor terminó venciendo y nos despedimos de los remeros entre risas y saludos.



No nos cansamos de disfrutar de las islas Banda desde el mar. Entrar en la bahía presidida por el volcán es evocador y no es difícil imaginarse ser un marinero siglo XVI arribando a puerto tras una larga y penosa travesía marina.
Puede que las Banda hace tiempo perdieron el monopolio de las especias pero aún conservan totalmente su magia.

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