jueves, 8 de noviembre de 2012

8. Langgur-Tual (Islas Kei. Molucas)



Decidimos ir a la playa de Difur, una de las playas más populares de la isla sobre todo los fines de semana. Los lugareños nos han hablado muy bien de ella y siendo día laborable esperamos poder disfrutar de ella en soledad. Tomamos uno de los constantes bemos (2.000rupias) que unen las dos ciudades y nos bajamos en el mercado Masrun. Justo al lado esta la parada de bemos. En la explanada principal no hay ninguno que vaya  a Dulah, el pueblo más cercano a la playa, y como tarda mucho nos decidimos por ir en ojek (20.000/pax) y quedamos con ellos para que nos vayan a recoger a las 4 de la tarde (25.000/pax), ya que al no ser fin de semana el transporte hasta allí es muy limitado y no queremos quedarnos atascados. Nada más llegar un lugareño se nos acerca con un ticket: 10.000 rupias. No entendemos la razón pero en cualquier caso ni vamos a dejar motos ni vamos a usar las casetas así que nos hacemos los orejas. Ella insiste pero nosotros pasamos y finalmente se va. La playa de Difur no es muy bonita. Tiene numerosas casetas para los domingos cuando los lugareños acuden en masa para pasar el día, y éste sea posiblemente la razón de su éxito y popularidad pero cuando sube la marea apenas queda playa. Y bañarse es casi imposible pues para que cubra más allá de las rodillas uno casi tiene que ir hasta Australia. Paseamos por la diminuta aldea que hay al lado. Un par de barcos de pesca hundidos nos dan juego para unas cuantas fotos. Nos bañamos, o mejor dicho nos salpicamos y leemos. A la hora convenida llagan los moteros. No tienen prisa por volver, al fin y al cabo ellos ya tienen el día hecho y posiblemente la semana ya que nos han cobrado el doble que a un lugareño. Se fuman un cigarrito a la sombra. Volvemos pero poco antes de llegar a Tual comienza a llover. Al principio no son más que tímidas gotas pero a escasos metros del mercado la lluvia es torrencial. No estuvimos más de un minuto bajo la lluvia pero fue más que suficiente para terminar empapados hasta los huesos. Creo que nunca antes me había llovido tan abundantemente era como si nos tiraran baldes de agua desde las alturas.
Esperamos en el mercado a que cesara la lluvia y después de nuevo en un bemo regresamos al hotel a cambiarnos. El día no dio para mucho más.
 


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