viernes, 16 de noviembre de 2012

16. Banda Neira. (Molucas)



Son las 9 de la mañana cuando entre la bruma comenzamos a divisar las primeras islas de Banda. Nos acercamos a estribor, la brisa azota nuestra cara y nos sentimos como navegantes de la época de los descubrimientos llegando a nuestro ansiado destino. Atrás no dejábamos semanas de penurias, enfermedades, sed y hambre como en el siglo XVI, pero sí llegamos a conectar con ese sentimiento de aquellos marineros que día tras día veían la muerte más cerca en las aguas de mar abierto, y tan solo deseaban llegar a su destino. La entrada en las islas Banda la recordaremos por mucho tiempo. El gran barco surcaba un mar en calma mientras nos acercábamos al siempre impresionante Gunnung Api cuyo cráter parecía una enorme boca dispuesta a engullirnos. El intenso verde de las islas contrastaba con el azul turquesa del mar. Las primeras aves se acercaban al barco y planeando nos escoltaban hasta Banda Neira. Dejando el volcán a estribor entrábamos en la diminuta bahía que hay entre Pulau Gunnung Api y Pulau Neira. Apenas 200m separan ambas islas. A babor el pequeño pueblo de Banda Neira se nos presentaba de forma mágica levantada sobre pilares de madera y con llamativos colores pastel. El pequeño pueblo se asomaba a la orilla para recibirnos. A nuestro alrededor los barcos pesqueros salían a faenar mientras sus tripulantes se afanaban en hacer las últimas reparaciones de las redes antes de echarlas al mar. Conforme nos acercamos al puerto la sombra de Gunnung Api nos va dominando. El volcán nos oculta el sol y para poder ver la cumbre tenemos que levantar la cabeza casi perpendicularmente. Nos sentimos enanos ante este gigante de
casi 700m. Con una precisión milimétrica el barco maniobra para atracar. Un solo fallo supone que el barco o bien arrase con los muelles o bien quede encallado en la orilla del volcán. Si esto era solo el comienzo de nuestra llegada a las islas Banda no queríamos ni imaginarnos la fantástica semana que nos esperaba. Una vez en tierra Gortxu se da cuenta que le han robado la tarjeta de crédito. Mandamos un sms a Zoraida desde el teléfono del dueño del hotel donde nos alojamos, pero estamos intranquilos así que vamos al hotel Mutiara ( el único con acceso a internet) para anular la tarjeta pero las isla lleva cuatro días sin luz y no nos podemos conectar. Tomamos unas ojek para que nos lleven al teléfono publico TelCom pero como s Viernes de oración está cerrado. Volvemos al Mutiara y desde allí intentamos llamar con el teléfono de Antonio pero no podemos. El dueño del hotel enciende el generador y mandamos un correo electrónico a Zoraida y Alex. No nos preocupa que los ladrones puedan hacer uso de la tarjeta pues sabemos que o bien desembarcaron en Banda Neira con nosotros o bien siguen navegando en el barco y embaos casos es imposible que usen la tarjeta.
El resto de la tarde la dedicamos a pasear por el pueblo de Bandaneira.
La historia de las Molucas está irremediablemente unida al clavo y a la nuez moscada en particular. Concretamente la nuez moscada era un fruto que sólo crecía en un lugar en el mundo; en las islas Banda. La nuez moscada es el fruto procedente del árbol moscata, su uso se conoce desde época romana donde parece que se empleaba en ceremonias religiosas como incienso. En el siglo VI llega a la corte bizantina a través de las rutas de comercio beduinas y es conocida como "moskhos", procedente del término árabe "mesk", que da origen al nombre actual. En la Alta Edad Media (siglo XI) empezó a comercializarse, introduciéndola los árabes en Europa a través de la ruta de las especias con las Indias Orientales, extendiendo rápidamente su uso entre las clases más pudientes. 
Así, en 1190 las calles de Roma se perfumaron con incienso de nuez moscada durante la ceremonia de coronación de Enrique VI (emperador del Sacro Imperio Romano Germánico) y aparecen referencias en Bizancio, la Toscana o la Roma renacentista, donde el César Borgia la compraba en grandes cantidades para usarla molida. Dos hechos propiciaron que se incrementara el comercio de todas las especias y el dominio de la comercialización por parte de Portugal: el descubrimiento portugués de las Islas de las Especias (principales productoras de la nuez moscada común) en el siglo XV y la firma del Tratado de Tordesillas que otorgaba a Portugal la explotación de cualquier territorio descubierto al oeste de Cabo Verde (a esta última circunstancia se unió la posterior venta de los derechos españoles sobre los descubrimientos de zonas especieras y el acuerdo con el sultán de Ternate).
Todo comenzó cuando las naciones europeas se dieron cuenta de que el comercio de las especias era terriblemente lucrativo. Pero en aquel entonces el monopolio estaba en mano de los árabes ya que las caravanas que traían “el oro vegetal”, tal y como se llamaba entonces, debían atravesar sus países. La codiciada mercancía se conseguía en la India aunque provenía de unas islas llamadas Malucas o Molucas. Durante el siglo XV llegaba por intermediarios musulmanes a manos de mercaderes genoveses y venecianos que surtían los mercados europeos, pero la caída de Constantinopla en manos de los turcos (1453) trastornó el sistema comercial mundial. La expansión otomana asfixió el negocio y las especias ya no llegaban a Europa. Las hasta ahora ciudades del norte de Italia, Génova y Florencia, que  monopolizaban la entrada de la especias en Europa tuvieron que buscarse alianzas para no sucumbir. La privilegiada posición de España y Portugal inició una carrera por buscar una ruta alternativa para llegar a las “Indias Orientales”. Portugal que hacía años había iniciado el comercio de esclavos y mercancías con los países de la costa atlántica de África fue aumentando sus dominios y extendiéndose hacia el sur del continente africano. Florencia se unió a la corona portuguesa y financió estos viajes. A principios de 1488 la flotilla capitaneada por el portugués Bartolomé Díaz, logró doblar el Cabo de Buena Esperanza y por lo tanto estaba en la puerta del océano Índico. Génova, por su parte, procuró establecer contactos en Andalucía. Con el apoyo financiero de banqueros genoveses y del tesorero aragonés Santángel, Cristóbal Colón consiguió, finalmente, la licencia real de Castilla para lanzarse a la ruta marítima por el occidente hacia la India en busca de oro, plata, y especias. La carrera entre portugueses y españoles por la nueva ruta de las especias estaba servida.
Así los intereses comerciales rivales entre las ciudades italianas por las especias provocaron y en parte financiaron una carrera marítima entre los lusitanos y los españoles; los primeros, por el océano Índico y los segundos, por el Atlántico. Los lusitanos ganaron un primer triunfo en 1497 cuando Vasco de Gama logró llegar a la India por vía marítima alrededor de África austral. En Calicut (La India) llenó sus barcos con clavo, pimienta y nuez moscada. Al regreso, la venta de la preciosa mercancía dejó la enorme ganancia neta. En febrero de 1502 el mismo marino de nuevo se puso a la vela hacia las Indias orientales. Incitados por los éxitos de los portugueses los reyes Fernando e Isabel llamaron nuevamente a Colón y le equiparon su cuarta expedición en un nuevo intento de llegar antes que el lusitano a las islas productoras de las especias,  pero las tierras de América Central le bloquearon el camino. En aquella etapa América significaba un obstáculo para la ruta a la Especiería. Mientras tanto la corona de Portugal se enriqueció por el negocio de las especias conquistando los mercados europeos. En 1503 una flota lusitana llevó por primera vez especias a Amberes y en enero del año siguiente cinco navíos portugueses descargaron en Inglaterra 380 toneladas de pimienta y especias traídas de Calicut. A pesar de la muerte de la reina Isabel, en 1504, seguían los empeños castellanos para llegar a las islas de la Especiería. En las Cortes de Toro en 1505 se preparó una nueva expedición ya que tanto el rey Fernando como los comerciantes sevillanos tuvieron un vivo interés en seguir con una empresa que prometía ganancias mucho más importantes que el poco oro que llegaba de las islas del Caribe. Pero el continente americano seguía siendo una barrera infranqueable para continuar hacia el oeste. No fue hasta 1513 cuando Núñez de Balboa cruzó el istmo panameño y por primera vez miró las aguas del otro océano. De esta manera
se demostró que sólo una distancia mínima separaba los dos mares en Centroamérica. La noticia llegó a España en el año siguiente y causó honda impresión en la Corte, pero los esfuerzos castellanos para encontrar la ruta a las Molucas fueron interrumpidos por el fallecimiento del rey Fernando en 1516.
El cardenal Cisneros asumió la regencia y su interés por evangelizar a los “salvajes” de América relegó el interés por las Molucas y, en consecuencia, cesó cualquier apoyo real a la empresa de las especias. Portugal, mientras tanto, seguía aprovechando el lucrativo comercio. Así fue ampliando sus posesiones en Asia. En 1510 conquistó Goa y en al año siguiente se apoderó de Malaca (hoy en Malasia), el gran centro receptor de los productos de la región sudoriental de Asia, adonde llegaron la pimienta, el clavo y la nuez moscada provenientes directamente de las Molucas. De esta manera Portugal controlaba la distribución de las especias, pero todavía no su producción. Las expediciones siguientes debían tratar de llegar a la fuente de la valiosa mercancía.
Navegaba por aquellos rumbos, al servicio de la corona lusitana, el marino Fernando de Magallanes. No había llegado a las Molucas, pero era buen conocedor de aquella región. Respecto a la cuestión de si las Molucas, según el Tratado de Tordesillas, correspondían a Portugal o a Castilla, hubo diversas opiniones ya que el contrameridiano de la línea de demarcación no había sido fijado con exactitud. Además, las Molucas formaban un archipiélago de varias islas, así que era muy posible que algunas estuvieran ubicadas en el lado portugués y otras en el castellano. Magallanes se dejó convencer por mercaderes burgaleses, que luchaban por conservar el poder mercantil ante los cada vez más poderosos mercaderes de Sevilla que aumentaban su influencia por el comercio con América, de que las islas en disputa se situaban en el lado castellano; así que abandonó el servicio de los portugueses y entró en el de los castellanos. La entrada del capital burgalés en la contienda por las especias se realizó al momento del cambio de gobierno español. Con el ascenso de Carlos I al trono se dio un marcado viraje en los sectores mercantiles de España porque junto con el Habsburgo entraron los intereses de sus opulentos banqueros tradicionales financieros de esta dinastía, que además no tardaron en asociarse con los burgaleses. Así surgió un poderoso contrapeso a los sevillanos que pronto produjo efectos políticos en ultramar. 
El nuevo rey se interesó desde el principio por el negocio de las especias ¡Qué mejor remedio para conseguir fondos para las arcas siempre vacías del estado! En febrero de 1518, Magallanes se presentó en Valladolid, él conocía la ubicación de las Molucas así que con el apoyo real partió de Sevilla hacia el sudoeste con la intención de pasar por el extremo sur del continente americano al otro océano y luego tomar rumbo hacia las Molucas. Cuatro años más tarde, en 1522, uno de los cinco navíos de Magallanes, cuya expedición había circunnavegado el globo terráqueo, regresó a España capitaneado por Elcano y demostró que la travesía a las islas de las Especierías por la ruta occidental era factible.49 Sólo la venta del clavo proporcionó ganancias enormes. Pero la ruta seguida por Magallanes era demasiado larga , así que se puso el foco en América como puerto intermedio. Una vez que se constató que en Centroamérica no existía una conexión entre los dos mares, Nueva España (actual Méjico) ganó relevancia en la ruta española hacia las Molucas. Pero esta ruta de las especias española nunca se consumó. El emperador Carlos V necesitaba fondos para cubrir los gastos de su viaje a Italia que mucho le importaba porque deseaba sobre todo forzar al Papa, a celebrar un concilio para restablecer la unidad entre los cristianos. Después de su coronación imperial, Carlos partiría hacia Alemania para presidir la Dieta en Augsburgo. Todo ello requería grandes sumas de dinero que únicamente podían conseguirse del rey de Portugal. Por esta razón Carlos le vendió el derecho de navegar a las Molucas.
Las Molucas seguirían bajo dominio portugués hasta fines del siglo XVI. Sin embargo en el siglo XVII sus comerciantes, que habían mantenido en secreto la localización de estas islas, empezaron a contratar navegantes holandeses para realizar la peligrosa ruta, circunstancia que aprovecharon los centroeuropeos para hacerse con el control del mercado de la nuez moscada, expulsando a sus antiguos colonizadores de las ricas islas. Ámsterdam se convirtió desde entonces en el principal puerto especiero para la nuez moscada controlando los mercados a su antojo como prueba la quema en 1760 de almacenes repletos de este fruto con el fin de evitar la caída de los precios o el intento fallido de restringir a sólo dos islas la producción del árbol moscada.
Pero finalmente el árbol de la nuez moscada se distribuyó por el mundo encontrándose entras zonas dónde el árbol florecía y daba frutos sin problemas. Esto terminó con el monopolio de la nuez moscada. Actualmente su cultivo se encuentra repartido por diferentes zonas templadas del globo, con el Caribe, India e Indonesia (Islas Molucas) a la cabeza.

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