jueves, 1 de noviembre de 2012

1. Pulau Kri (Raja Ampat. Papúa)



Poco después del amanecer nos levantamos. La cabaña de madera tiene una pequeña ventada que da al acantilado, levantamos su persiana rígida para que el aire fresco de la mañana corra por la habitación. La puerta de caña tienen un ingenioso sistema para hacerla corredera; cuelga de dos trozos de tubería de pvc que a su vez se deslizan sobre un tronco situado en el marco superior. Nos es muy seguro pues no hay posibilidad de cerrarla con candado pero es práctica. Tenemos el desayuno esperando ya en la mesa. No les hemos oído llegar. Nos preparamos un café soluble con el agua caliente que nos han dejado en el termo y tomamos unas galletas y pancakes recién cocinados. No están muy dulces pero se dejan comer. El día se presenta soleado. Después de desayunar reposamos en el embarcadero. Sabemos que en cuanto nos quitemos un solo segundo de allí la pareja de indonesias nos van a quitar el sitio, pero es algo inevitable.
Decidimos hacer snorquel por el lado derecho de la isla. Apenas nos hemos puesto las máscaras cuando vemos a las dos chicas repanchigarse en las hamacas, sabemos que no se quitaran de allí en todo el día.
Antes de sumergirnos disfrutamos de la playa. Apartamos los restos vegetales que ha traído la marea (alguien debería decirle a Raymond que no estaría de más que cada día limpiaran la playa, sus huéspedes se lo agradecerían y el sitio luciría mejor) y nos sentamos en su fina arena blanca. Pequeñas olas bateaban la arena en la orilla y algún que otro pájaro amenizaba la mañana con su trino. Sólo de vez en cuando el motor de los fueraborda de los lugareños rompían la tranquilidad, … eso y las risotadas de las lesbianas que no dejaban de hacerse fotos mutuamente con su “ipad”.
Decidimos dejar la pequeña playa y salir a bucear todo el arrecife que va paralelo a la playa. El coral está bien pero es mucho más mediocre que el de la otra zona de la isla. Lo más llamativo que vemos es una tortuga reposar escondida entre los corales. No la incordiamos. Aprovechando la corriente nos dejamos llevar paralelos a la costa durante más de un kilómetros, hasta el “Yenkoranu Homestay”. Vemos que sus huéspedes acaban de llegar de una inmersión. Pensábamos que los únicos que buceaban en la isla eran el Eco Kri resort y Raymond pero vemos que ahora hay más opciones. Preguntamos al grupo de guiris que están alojados que qué tal las inmersiones y nos dicen que están bien. El precio es de 450.000 si es una inmersión única y 350.000 si son más de 8. ¡¡¡Si lo hubiéramos sabido antes!!!
Volvemos a nuestras cabañas esta vez andando por la orilla y aprovechamos un descuido de nuestras vecinas para tomar posesión del embarcadero. Pasamos allí parte de la tarde hasta que al anochecer nos damos un baño previo a la cena.