domingo, 4 de noviembre de 2012

4. Pulau Waisai. (Raja Ampat. Papúa)



Volvemos a bucear pero esta vez acompañados de una pareja de alemanes que son los que pagan el precio del bote hasta el Manta Point. El dia está muy cerrado y no deja de llover. Salimos a las 10 y bajo la lluvia y el frio vamos hasta el Manta Point que está casi a una hora. Al lado hay un barco de buceo anclado y un ojeador está buscando mantas. Le dice a nuestro divemaster que las ha encontrado antes de regresar al barco para avisar a su grupo de buceadores de origen ruso. Nosotros nos metemos pero el divemaster es incapaz de encontrar las mantas a pesar de las indicaciones. Volvemos a la superficie y esperamos a que la lancha de buceadores rusos llegue a nuestro lado. Cuando ellos se sumergen lo hacemos nosotros también, pero de nuevo nuestro divemaster es incapaz de orientarse y seguirles. La visibilidad no es excelente pero si de unos 10m. Uno de los chicos alemanes ve las mantas y vamos hacia allí. Al principio solo vemos grandes sombras en una cuidada línea. Nos agarramos al fondo porque hay corriente y esperamos. Al principio no vemos nada pero poco a poco la visibilidad aumenta. Intuimos una sombra a nuestra derecha y dirigimos la mirada hacia allí justo en el momento en que une enorme manta de 3m de envergadura nos pasa nadando a menos de 3 metros sobre nuestras cabezas. Y tras esta primera una segunda y luego otra y otra….así hasta seis miembros. Con su ágil y grácil aleteo parecen enormes naves espaciales que surgen del ciberespacio como en una película de ciencia ficción. Realizan círculos más o menos amplios a nuestro alrededor. A pesar de que la visibilidad no es excelente la visión de las mantas nadando sobre nosotros es espectacular. Durante más de una hora permanecemos en el fondo agarrados. Gortxu se queda un poco apartado de nosotros. Es precioso verle sentado en el fondo arenoso mientras mantas de 4m de envergadura le sobrevuelan a escasos centímetros. A mitad de la inmersión las mantas se reposicionan porque la corriente a cambiado así que aprovechamos para movernos nosotros también. Nos ponemos juntos y un poco separados del grupo y ahora las mantas nos pasan por encima a ambos. Un espectáculo magnifico. Terminamos por reconocer a las mantas por sus distintas manchas. Una de ellas permanece estática a unos dos metros de nosotros durante más de 10 minutos mientras los pequeños peces se encargan de limpiarla a fondo. Se introducen por su enorme boca y salen indemnes por sus branquias. Los dos contentos uno por quitarse de encima a sus molestos parásitos y otros por llenar sus estómagos. Tras la “toilette” con un simple y grácil aleteo desaparece en un parpadeo. Durante un gran rato siguen engullendo el plancton realizando círculos en horizontal y en vertical que son los más espectaculares. Podríamos permaneces horas observándolas pero los tanques terminan por agotarse. Todos dejamos el lugar a la vez. Mientras el grupo de buceadores rusos se descomprime como manda los cánones, nosotros que hemos estado casi una hora a 12m subimos del tirón a la superficie. Es increíble! Pero, ¡cómo vamos a descomprimirnos correctamente si el divemaster no lleva ordenador, ni tablas y si te descuidas ni reloj!
La segunda inmersión la quieren hacer en el mismo sitio. Pero les decimos que preferimos cambiar así que nos vamos a Yenbuba, frente a las cabañas de Raymond para hacer la segunda inmersión entre coral. Viendo que nuestro divemaster no va hacer correctamente la inmersión, la hacemos nosotros a ojo. Descendemos a 12 metros durante cinco minutos y poco a poco vamos ascendiendo para hacer la mayor parte de la inmersión en unos 9-6m y el tramo final a 3m. Es a ojo pero menos es nada.
Regresamos a Resort. Volvemos a Waisai en un camión, sentados sobre la carga de arena para la construcción. No vamos solos sino con más lugareños que el camión ha ido recogiendo por el camino. La arena está húmeda, pero no nos queda más remedio que sentarnos porque la carretera está llena de curvas y cuestas que nos impiden permanecer de pié. Una vez en  el pueblo miramos el correo en el único ordenador con conexión del pueblo que funciona y cenamos en un puesto de la calle.