Perumuteran
es un diminuto pueblo sobre el que se han levantado numerosos complejos
turísticos a lo largo de la carretera de la costa. Carece de por sí de
cualquier interés y es sólo válido como pueblo dormitorio para explorar los
alrededores. Nosotros estamos cansados después de dos meses de viaje y
aprovechando el magnífico alojamiento en el que estamos decidimos pasar todo el
día a la bartola; leyendo, tomado el sol y bañándonos en la piscina. A la tarde
se desarrollan nubes de evolución que cubre en cielo y cierto sentimiento de
culpabilidad también nubla nuestras mentes. Así que aprovechamos para pasear
por la carretera principal hasta llegar a un complejo de templos donde hay
bastante actividad. Antes de entrar en los templos debemos alquilar un sari que
cubra nuestras piernas. Numerosas familias acuden al templo con sus ofrendas y
asisten a las ceremonias, los monos están al acecho para robar las ofrendas que
son de fruta; uvas, plátanos...y a veces roban también los zapatos o las
zapatillas de los feligreses. Los cuidadores, que los controlan con varas de bambú,
cuando roban alguna prenda les lanzan comida para que la suelten. Los ritules
balineses siempre nos provocan paz y tranquilidad así que estamos en los
templos hasta que casi anochece. Debemos retornar pues no nos apetece andar de
noche por una carretera, la que recorre paralela a la costa norte de la isla,
con tanto y tan rápido tráfico. Cenamos en el restaurante del hotel y nos vamos
a nuestra gigante. Cómoda y hermosa cama.
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