Al amanecer
nos levantamos y desayunamos tenemos ganas de macharnos de allí. La noche ha
sido catastrófica por la incomodidad de la cama, su estrechez y el calor de la
cabaña pese al ventilador de mesa. Pero la gota que ha colmado el vaso ha sido
enterarnos que nuestro wáter no era privado sino que tenemos que compartirlo
con la habitación de al lado donde duerme el dueño,…. bueno eso y oírles follar
a la noche. El dueño se queda extrañado
de que nos vayamos!!!??.
A las nueve
llegamos al Coaster Cottage. Los guiris que allí están: dos húngaros, dos
belgas y un madrileño habían organizado una excursión en barca (650.000rupias) nosotros
nos habíamos sumado el día anterior así todos juntos salimos.
Recorremos
las islas más cercanas haciendo breves paradas para el snorquel. El coral no es
tan maravilloso como en Raja Ampat pero cubre las expectativas. No son islas
paradisiacas al estilo de El nido en Filipinas o Koh Phi-Phi en Tailandia pero
son agradables de ver y navegar por los alrededores siempre es agradable. A
mediodía desembarcamos en una de las islas para comer. Todas las islas están
deshabitadas así que la tranquilidad está asegurada. Antes de comer y para
hacer hambre rodeamos a pie toda la isla. Charlamos animadamente e incluso nos
echamos alguna que otra risas con las ocurrencias infantiles de uno de los
belgas. El botero corta unas hojas de palmera y nos monta una improvisada manta
vegetal sobre la que sentarnos. Sube aun cocotero y nos da a cada uno un
sabroso coco verde para que acompañemos a la comida que nos sirve; arroz, pollo
al curry, tempe, pescado….un buen banquete en un paraje precioso.
Tras la comida algunos se decantan por una breve siesta mientras otros decidimos bajar nuestra temperatura sumergiéndonos en las aguas cristalinas, que suena a tópico pero que era absolutamente cierto. Antes de regresar a la cabaña nos adentramos en una bahía natural, La laguna, con una bocana diminuta y que nos imaginamos sería el paraíso de los navegantes europeos que arribaron a estas costas en su ruta de las especias allá por el siglo XVI. Hoy en día los lugareños usan la zona para criar peces que mantienen cautivos en precarias piscinas delimitadas por redes. El paisaje es apabullante, una laguna casi esférica rodeada de un impenetrable bosque de manglar tras el cual, en algunas zonas, se levantas acantilados cársticos. A lo largo del día el cielo se ha ido oscureciendo y bajo amenaza de tormenta llegamos a nuestras cabañas.
Tras la comida algunos se decantan por una breve siesta mientras otros decidimos bajar nuestra temperatura sumergiéndonos en las aguas cristalinas, que suena a tópico pero que era absolutamente cierto. Antes de regresar a la cabaña nos adentramos en una bahía natural, La laguna, con una bocana diminuta y que nos imaginamos sería el paraíso de los navegantes europeos que arribaron a estas costas en su ruta de las especias allá por el siglo XVI. Hoy en día los lugareños usan la zona para criar peces que mantienen cautivos en precarias piscinas delimitadas por redes. El paisaje es apabullante, una laguna casi esférica rodeada de un impenetrable bosque de manglar tras el cual, en algunas zonas, se levantas acantilados cársticos. A lo largo del día el cielo se ha ido oscureciendo y bajo amenaza de tormenta llegamos a nuestras cabañas.
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