sábado, 10 de noviembre de 2012

10. Pasir Panjang. (Molucas)



Al amanecer nos levantamos y desayunamos tenemos ganas de macharnos de allí. La noche ha sido catastrófica por la incomodidad de la cama, su estrechez y el calor de la cabaña pese al ventilador de mesa. Pero la gota que ha colmado el vaso ha sido enterarnos que nuestro wáter no era privado sino que tenemos que compartirlo con la habitación de al lado donde duerme el dueño,…. bueno eso y oírles follar a la noche.  El dueño se queda extrañado de que nos vayamos!!!??.
A las nueve llegamos al Coaster Cottage. Los guiris que allí están: dos húngaros, dos belgas y un madrileño habían organizado una excursión en barca (650.000rupias) nosotros nos habíamos sumado el día anterior así todos juntos salimos. 



Recorremos las islas más cercanas haciendo breves paradas para el snorquel. El coral no es tan maravilloso como en Raja Ampat pero cubre las expectativas. No son islas paradisiacas al estilo de El nido en Filipinas o Koh Phi-Phi en Tailandia pero son agradables de ver y navegar por los alrededores siempre es agradable. A mediodía desembarcamos en una de las islas para comer. Todas las islas están deshabitadas así que la tranquilidad está asegurada. Antes de comer y para hacer hambre rodeamos a pie toda la isla. Charlamos animadamente e incluso nos echamos alguna que otra risas con las ocurrencias infantiles de uno de los belgas. El botero corta unas hojas de palmera y nos monta una improvisada manta vegetal sobre la que sentarnos. Sube aun cocotero y nos da a cada uno un sabroso coco verde para que acompañemos a la comida que nos sirve; arroz, pollo al curry, tempe, pescado….un buen banquete en un paraje precioso. 




Tras la comida algunos se decantan por una breve siesta mientras otros decidimos bajar nuestra temperatura sumergiéndonos en las aguas cristalinas, que suena a tópico pero que era absolutamente cierto. Antes de regresar a la cabaña nos adentramos en una bahía natural, La laguna, con una bocana diminuta y que nos imaginamos sería el paraíso de los navegantes europeos que arribaron a estas costas en su ruta de las especias allá por el siglo XVI. Hoy en día los lugareños usan la zona para criar peces que mantienen cautivos en precarias piscinas delimitadas por redes. El paisaje es apabullante, una laguna casi esférica rodeada de un impenetrable bosque de manglar tras el cual, en algunas zonas, se levantas acantilados cársticos. A  lo largo del día el cielo se ha ido oscureciendo y bajo amenaza de tormenta llegamos a nuestras cabañas.
Tras ducharnos regresamos a la playa para andar por su orilla mientras el sol se pone. Solo hay una cosa que puede mejorar esto; la fantástica cena que nos estará preparando Miss Ketty.

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